VIGILAR, EVALUAR, CASTIGAR, SELECCIONAR

El término educación se refiere a una práctica social casi tan antigua como la organización social humana. Intentaremos borronear algunas notas sobre una de sus derivaciones más difundidas, muy analizadas, pero al mismo tiempo cargada de supuestos y repeticiones burdas: la educación formal.

Patrick Boulet

El término educación se refiere a una práctica social casi tan antigua como la organización social humana. Intentaremos borronear algunas notas sobre una de sus derivaciones más difundidas, muy analizadas, pero al mismo tiempo cargada de supuestos y repeticiones burdas: la educación formal.

Es conocido que la educación formal, laica y obligatoria nació en Prusia como dispositivo del imperio para controlar la población a partir de la infancia. Las revueltas sociales pos Revolución Francesa habían preocupado al emperador y a su vasta corte. La represión de las ideas de igualdad y libertad debía realizarse principalmente con dos estrategias: el ejército para a les adultes y la escuela para aplicarla al futuro.  El éxito obtenido por los déspotas ilustrados promovió su rápida exportación al resto del globo, tal es el caso de las tierras del Plata, en donde la llamada Generación del 80, aplicó las enseñanzas germánicas en los dos sentidos mencionados.

Con mucho polvo levantado en el camino, la educación formal de gestión pública es hoy una  actividad pública de gran tamaño, que involucra en promedio el 41,5% del gasto público de las provincias, el 6,3% del PIB nacional, y ocupa al 11% de los trabajadores de todo el país[1], datos que aumentan –en números difíciles de estimar- con la gestión privada

El Censo Nacional del Personal de Establecimientos Educativos del año 2014 determinó que existen 1.233.065,  en ellos se desempeñan más de un millón doscientos mil docentes (es claro que cada docente trabaja en más de un establecimiento )  y al que asisten 10.280.289 alumnos[2] . Según esta cifra casi un cuarto de la población argentina está asistiendo a una institución educativa, incluyendo las universidades. Y si llevamos esto a los hogares, podemos rápidamente deducir que, en promedio, cada hogar argentino debería contener a un sujete relacionado con esta práctica.

Desde la década del 70 hasta aquí, docentes y estudiantes han padecido duros ajuste en momentos de vendaval neoliberal – Dictadura Cívico- Militar(más genocidio), gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri- y  recuperación de derechos y presupuestos en los gobiernos de corte distributivo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

El presupuesto que se destina a las escuelas y universidades es un dato central, porque de él dependen los sueldos de los docentes, la cantidad de estudiantes por sección y las condiciones de trabajo de unos y otros. Conforman la bandera central de las luchas docentes desde el 83 para acá y con montañas, mesetas y valles (más de estos últimos) en la curva de inversión pública conforman “el” problema de la educación pública. Agravado por la masividad de estudiantes resultado de la mayor demanda de años para ingresar al mundo laboral y la obligatoriedad de la escuela media.

Sin embargo, los escasos presupuestos parecen hacer olvidar un conflicto que educación formal plantea desde su inicio. El sentido disciplinador, clasificador y jerarquizador para lo cual fue creada y mantiene con toda la fuerza hasta hoy. Las escuelas son grandes centros de domesticación de niñas y niños, los “cuerpos dóciles” que luego encastrarán a en la maquinaria capitalista. Estructuralmente conforman un conjunto de prácticas y ritos aplicados a la población pequeña entre los 4 y los 20 largos, entre los cuales se realiza la metamorfosis de Mowgly al Señor Smith, con bastante éxito en las sociedades capitalistas. Estas prácticas se corporizan a través de un menú de imposiciones performativas : horarios rígidos, rutinas  cerradas, parcelación del conocimiento, jerarquías rígidas y la construcción del concepto de “buenes alumnes”, males y por supuesto les del medio; conforman entre otras un largo camino de prácticas (hoy 14 años de obligatoriedad ) para fijar la construcción de les trabajadores necesarios para alimentar la producción.

Ese el principal objetivo de todo el sistema (en el peor sentido del término) y a pesar de su gran desarrollo no pueden cumplir los otros aparatos de reproducción cultural como la familia, los medios de difusión y las redes sociales, los cuales intervienen en las conciencias pero no domestican los cuerpos, al menos en forma tan concreta y continua como las aulas.

Ivan Ilich

Los ejemplos en contrario existen en toda la educación popular latinoamericana desde las poco recordadas experiencias de Ivan Ilich en Cuernavaca (México) y la muy citada  (y  casi nunca implementada) propuesta práctico teórico del gran educador brasileño Paulo Freire y lo más importante, el trabajo de miles de educadores en toda América Latina en las comunidades de base y las escuelas populares desde la Teología de la Liberación hasta las versiones criollas de la Escuela Nueva, entre las que se encuentran inmenses y anonimes luchadoras/os docentes que han construido la base de un gran movimiento comunitario y sindical. Sin embargo este largo camino de resistencia y lucha no ha transformado el mandato estructural de las escuelas y sus redes como el gran aparato de creación de sujetes  obedientes a los dueños de la tierra y la fábrica.

Nos queda seguir. En el debate político en toda la sociedad y en las prácticas concretas al interior de las instituciones. El tema presupuestario como así también la solución urgente del hambre y el abandono de niñes y jóvenes son sin duda condición necesaria pero no suficiente para hacer una escuela liberadora.

La batalla cultural es también la gran batalla de docentes y estudiantes, es estructural y de plazo medio pero es urgente empezarla. Al mismo tiempo es una responsabilidad de futuros gobiernos populares – hoy ignorada en las propuestas- ,  si quieran cambiar la educación y avanzar dentro de  las instituciones en prácticas emancipadoras en línea con  la tradición de la educación popular latinoamericana, sentido que no pude lograrse sin una transformación de la estructura y los ritos cotidianos de las escuelas .

 Es claro que el actual gobierno provincial y nacional apuntan a objetivos opuestos, en línea con los proyectos trasnacionales de mercantilización de la educación, pero eso es análisis de otro artículo


[1] Datos oficiales del Ministerio de Educación del año 2016, publicados en http://portal.educacion.gov.ar/sistema/principales-cifras-del-sistema/     .

[2] Ibidem.

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