LABORALIDAD EN MENDOZA (1845-1919)

Por Lic. Sergio Eschler

La sociedad del trabajo de Mendoza, se formó en diferentes momentos históricos condensando una multiplicidad de procesos socioeconómicos y culturales que le imprimieron ritmos, instituciones y especificidades que se destacan por  particulares formas de, imponerse al desierto por un lado, y por otro la adaptabilidad a las nuevas formas de modelo económicas, que tenían  en el plano internacional: la Segunda Revolución Industrial y la posterior División Internacional del Trabajo. En el plano nacional, El Granero del Mundo modificó las relaciones laborales en la provincia producto de la conversión vitivinícola que se desarrolló en la modernidad mendocina. De todas estas cosas da cuenta el presente artículo titulado:  Laboralidad en Mendoza (1845-1918) De la Papeleta de Conchabo a un mercado libre pero unificado.

Laboralidad en Mendoza (1845-1918)

                De la Papeleta de Conchabo a un mercado libre pero unificado

Donde hay trabajo hago sombra
donde hay cosecha me quedo.
Yo debo andar cielo y tierra
igual que siembra al voleo.

Armando Tejada Gómez: PEÓN GOLONDRINA.

 

Crisis productiva y transición en el mercado laboral

Según la historiadora María Elena Izuel[1], expone en su estudio “San Rafael: Jornaleros, Viñateros Y Bodegueros: historias de familias” que primera crisis del modelo agro-vitivinícola,  se desarrolló entre 1901 y 1904, como resultado de la mala elaboración de los vinos producto del desconocimiento de los métodos de elaboración y falta de técnicos que enseñaran dicha producción combinado con la conversión de inversores en bodegueros que no conocían a fondo el rubro. En ese tejido, el gobierno provincial impulsó dos leyes: una resistida el impuesto especial al vino, y la otra fomentar la creación de cooperativas.  La crisis mencionada, se produce por una multiplicidad de causas ya identificadas en 1898: malas condiciones del comercio, Estado general de la industria vinícola, impuestos nacionales, concientización de la tarea de producir vinos, inversiones y escasez de conocimiento científicos. Esos eran los debates y los problemas en Mendoza a fines del siglo XIX y  principios del XX.

En este contexto: ¿cómo eran las relaciones laborales en nuestra provincia? Según Rodolfo Richard Jorba, en su trabajo: “Transiciones económicas y formación del mercado de trabajo libre en Mendoza. El trabajo rural entre la segunda mitad del siglo XIX y los albores del siglo XX”; da cuenta de cómo era el control de la mano de obra en Mendoza en materia de laboralidad:  

“A pesar de los acelerados cambios económicos, ambas economías coexistirían todavía muchos años, por lo cual, aunque había avanzado en Mendoza una revolución agroindustrial, la economía conservaría algunas características de sociedades preindustriales, entre las que se cuenta la persistencia de modalidades de coacción que dificultaron el desarrollo del mercado de trabajo libre.”[2]

Reseñando los marcos legales en las relaciones laborales en Mendoza, entre 1845 y 1855 se establecían la duración de los contratos y se penalizaban la vagancia. Los fundamentos moralizantes de estos marcos, apuntaban a erradicar la holgazanería. En 1945, el gobernador Pedro Pascual Segura, amplía el Reglamento de Policía de 1828 extendiéndolo a las relaciones laborales. Bajo esta disposición se oficializaba por parte del Estado a la utilización de la Papeleta de Conchabo. Esta modalidad, era emitida por el patrón y la papeleta de enrolamiento del escuadrón militar de residencia. El Estado, en un cambio de rol estratégico patronal, asumía el control de la mano de obra garantizando a los patrones morigerar cierta escasez de brazos para el trabajo. Si bien, los hacendados eran multado con fuertes multas, estas leyes apuntaban a controlar el mercado laboral, la movilidad geográfica de los trabajadores y evitar que los propietarios contraten a fugados o peones de otros latifundistas.

La Papeleta de Conchabo tenía una duración de 30 días, renovable por idénticos períodos. Es interesante, que un trabajador podía ser desconchabado por tres días, sin la papeleta el peón no podía ser contratado bajo una multa de $ 12. La rigurosidad del mecanismo, planteaba que si un individuo era encontrado sin dicho enrolamiento, era detenido como vago y destinado a las obras públicas del Estado durante ocho días. Otro rasgo sobresaliente del sistema, era la prohibición de la movilidad de los trabajadores, sin autorización del Decurión, quién contralaba el ingreso y egreso de su jurisdicción y recibía el informe de los propietarios sobre el ausentismo de los conchabados. Estos regímenes de sujeción al patrón eran mas amplios y rigurosos a medida que aumentaba la distancia de la cuidad y el poder de los propietarios se acrecentaba ante la mediación inexistente del Estado. Estos mecanismos fueron reforzados por el Reglamento de Estancias de 1845 y otro decreto de 1855, es más represivo y abarcativo que el Reglamento de Policía de 1845, debido al establecimiento de las erradicaciones de la falsificación de los enrolamientos y desconchabos, como así también las reuniones en la pulpería, consideradas como un atentando al progreso material de la provincia, dicho decreto exhortaba a los Jueces barriales y Decuriones a prohibir y limitar dichas reuniones.[3]

Estos reglamentos de “atadura laboral represivos” fueron derogados en 1867 por el gobernador Nicolás Villanueva.  La idea era suprimir la Papeleta de Conchabo e instaurar una política de libre contratación acorde a los mandatos constitucionales, a la floreciente  economía mercantil ganadera y el fundamento político de desactivar redes clientelares controladas por patrones, sobre todo en la ruralidad. Sin embargo, el gobernador que sucedió a Nicolás (1867-1870), fue su primo Arístides Villanueva (1870-1873) cuestionaba las “contemporizaciones”, cita Richard-Jorba, que se tenían a los sectores populares. Veía este nuevo esquema de laboralidad, como una flexibilización de las relaciones  para los peones, tal es así, que en 1874, se restauró la Papeleta de Conchabo en el Servicio Doméstico que se extendió hasta fines del siglo XIX.  En importante aclarar que la revolución mitrista y los Combates de Santa Rosa[4], provocó un fuerte impacto en la mano de obra.

Sin embargo, la Ley de Estancias de de mayo 1880, mejoraría algunas condiciones a favor del trabajador en las relaciones laborales, en donde los horarios, tipo de trabajo, salario debían quedar registrados en los contratos, pero ratificando la precariedad, coacción y el control de la mano de obra. Esta norma, condenaba la movilización militar del empleado, negándole la paga y la interrupción de sus labores por mal tiempo.  Se endurecieron los controles sobre traslado y residencia. Estos marcos laborales estuvieron vigentes en toda la provincia durante la periodicidad desarrollada anteriormente, si bien no hay trabajos y estudios específicos sobre el impacto y legitimidad de estas normas en San Rafael, inferimos que se aplicaron con cierta intensidad, dicha deducción se basa en el argumento que se expuso mas arriba: “contra más lejos de la cuidad, se endurecían los regímenes laborarles ante la falta de mediación estatal”.

Esta convivencia entre los sistemas de coacción laboral y la instauración de un mercado libre del trabajo y unificado fueron otras de las matrices con las que se cimentó el San Rafael moderno, un costado pocas veces visibilizado a favor de grandes biografías e historias de inmigrantes ilustres que aportaron, sin duda de manera relevante, pero que estaban atravesados por estos modelos de trabajo, con la salvedad que la inmigración en el Sur provincial fue aboliendo el régimen de coacción a favor de un mercado libre de contratación, ya que se produjo un incremento en la oferta de mano de obra con respecto a la demanda laboral. Otro elemento fundamental, es el aporte de la Constitución del 1900, que garantizó la libre movilidad geografía y la libertad de trabajo, normas que desgajaron el sistema de sujeción patronal que estuvo vigente desde 1845 hasta principios del siglo XX.  Richard Jorba concluye:

“Los nuevos pobladores contribuirían, en grado sustancial, a romper aquellos instrumentos coercitivos y a asegurar la formación del mercado libre de trabajo, en primer lugar, porque culturalmente rechazaban cualquier coacción; en segundo lugar, porque preferían el trabajo a destajo y desechaban, en lo posible, el salario y, por último, porque al liderar una emergente clase de pequeños y medianos propietarios rurales introducirían una cuña indestructible en la vieja estructura social, transformando las relaciones entre patronos y trabajadores. Relaciones plenamente capitalistas en una sociedad que se dinamizaba y adquiría una gran complejidad al compás de la heterogeneidad demográfica y cultural que le daban forma”[5]

 

Seguramente estos cambios atravesaron la realidad local planteando escenarios no impropios a conflictos y singularidades, agravados por el contexto de crisis económica y de producción explicada desde el estudio de Izuel, donde la instalación de un sistema de plenitud capitalista en términos laborales, se vio matizados por modelos arcaicos de compulsión y reprimenda. Recién con la instauración de una institución laboralista en Mendoza, el Departamento Nacional de Trabajo, concretado bajo la gobernación de José Néstor Lencinas en 1918, llegarán algunos reconocimientos a los derechos de los trabajadores mendocinos, historia que ampliaremos más en próximos artículos.

 

Referencias Bibliográficas:

  • Izuel, María Elena; 2011; La autora, en su estudio “San Rafael: Jornaleros, Viñateros Y Bodegueros: historias de familias”; impreso en Dirección de Servicios Complementarios, Biblioteca del Congreso de la Nación, Buenos Aires, Argentina páginas 510

 

  • Richard-Jorba: Rodolfo; 2001; “Transiciones económicas y formación del mercado de trabajo libre en Mendoza. El trabajo rural entre la segunda mitad del siglo XIX y los albores del siglo XX”; Quinto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. Agosto. En: http://www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/RICHARDRODOLFO.PDF

 

[1] Izuel, María Elena; 2011; La autora, en su estudio “San Rafael: Jornaleros, Viñateros Y Bodegueros: historias de familias”; impreso en Dirección de Servicios Complementarios, Biblioteca del Congreso de la Nación, Buenos Aires, Argentina páginas 510

[2] Richard-Jorba: Rodolfo; 2001; “Transiciones económicas y formación del mercado de trabajo libre en Mendoza. El trabajo rural entre la segunda mitad del siglo XIX y los albores del siglo XX”; Quinto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. Agosto. En: http://www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/RICHARDRODOLFO.PDF

[3] Ibídem op.cit pág. 18

[4] El primer combate, 29-10-1874, con el triunfo de Arredondo, dejó 138 muertos y 242 heridos en las fuerzas mendocinas. En el siguiente, 7-12-1874, Roca derrotó al general mitrista. Las bajas fueron estimadas en 500 entre muertos y heridos (Marta Páramo de Isleño, “La situación política durante la gobernación de Francisco Civit”, en Pedro S. Martínez -coordinador- Contribuciones para la Historia de Mendoza, Mendoza, UNCuyo, 1969, pp. 269 y270). En: Richard-Jorba: Rodolfo; 2001; “Transiciones económicas y formación del mercado de trabajo libre en Mendoza. El trabajo rural entre la segunda mitad del siglo XIX y los albores del siglo XX”; Quinto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. Agosto. En: http://www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/RICHARDRODOLFO.PDF

[5] Richard-Jorba: Rodolfo; 2001; “Transiciones económicas y formación del mercado de trabajo libre en Mendoza. El trabajo rural entre la segunda mitad del siglo XIX y los albores del siglo XX”; Quinto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo. Agosto. En: http://www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/RICHARDRODOLFO.PDF

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