CONSTRUCCIÓN DE SOLITARIES. LOS CUERPOS DOCILES

El neoconservadorismo construye fragmentación continua en la meritocracia educativa que anticipa la fragmentación social.

Por Patrick Boulet

jerelaut@yahoo.com.ar

Los procesos de individualización y merito, comunes a las estructuras escolares son fundantes de nuestres subjetividades. Estos procesos son impuestos por el pensamiento neoconservador en las diferentes estructuras de la sociedad capitalista, primariamente en las escuelas, desde la niñez. Esta ideología de base práctica es a menudo inconsciente y atraviesa, de forma diferente, a las diversas clases sociales. El reconocimiento de estos dispositivos es central a la hora de construir prácticas colectivas y organización que ponga en cuestión a la hegemonía conservadora.

 

Es discutible siempre si la escuela (entendiendo por ella a todo el sistema educativo, desde el jardín maternal hasta los posgrados de la universidad) es la principal estructura de construcción de subjetividades o si ha sido reemplazadas por los múltiples aparatos de reproducción cultural mucho más entretenidos que el camino por las aulas.

Sin embrago cualquiera sea la posición en el ranking de los elementos de opresión, es difícil dudar que la escuela es un elemento fundante de subjetividades, dado su extensa trayectoria y la permanente repetición de sus prácticas jerarquizadoras y clasificadoras.

Hace mucho Karl Marx afirmaba la unidad y solidaridad que genera la pertenencia económica a una clase (sos laburante o sos patrón) pero escasamente anticipaba los procesos de división superestructural que el estado nación capitalista diseñaría para aletargar la locomotora de la historia.

Desde muy pequeñes les pibes van construyendo caminos estructurados con dinámicas propias de clases y sectores sociales, con esa carga ingresan a la escuela, la cual ratifica o reafirma una división económica desde lo cultural y social. Un proceso complejo y extendido en el tiempo en donde se constituyen los grupos de conductores (“gerentes” de empresas y gobiernos) en minoría y una larga mayoría de trabajadores/as manuales subordinados/as. Esta selección, estudiada por la sociología francesa hace tiempo (Baudelot y Establet, Bourdieu y Passerón y…. ), tiene actualidad en la medida de la fragmentación de las escuelas y trayectorias (escuelas privadas, de la universidad, del centro, de barrio, marginales).

Perfeccionando la tecnología de la opresión, clasifica aún más a les sujetes dividiendo aún dentro de las instituciones en aquelles buenes estudiantes y les otres. Esta clasificación no sólo funciona como una temprana sentencia, sino como construcción de subejtividades que luego performan la ubicación de ellos y ellas en la malla social.

O sea, la escuela capitalista ha sido desde su creación clasificadora y jerarquizadora, con momentos políticos de mayor y menor segregación. Si pensamos nuestra actualidad latinoamericana, la llamada, algo pomposamente, nueva derecha plantea una nueva vuelta en un proceso de individuación y segregación grupal simultáneamente.

La primera de esta característica tiene que ver con la competencia permanente entre sujetes (una especie de empleado del mes, pero entre los 3 y los 30 años) planteo estructural de las aulas que construye subjetividades enemigas de la de al lado y sujetes dinámicos/as en la lucha personal y paranoides en tiempo completo. La ansiedad y la depresión son las caras internas de su intensificación. Este proceso de individuación es sostenido seudo científicamente por las llamadas neurociencias que bancan toda diferencia en el “rendimiento” (concepto creado por la economía conservadora) escolar en proceso mentales individuales. También todas las teorías individualistas suelen fundamentar estas prácticas, algo así como “tu puedes” y si “no puedes” es tu culpa. Vale aclarar que este pensamiento no es nada original ni nuevo, pero tiene absoluta vigencia en las propuestas de la derecha hoy.

La segunda es la repetición de este proceso en grupos sociales bien marcados, un racismo de la inteligencia (al decir de Pierre Bourdieu) que sitúa a las capacidades de éxito social en aquellos sectores que poseen el capital económico, cultural oficial y social relevante por lo cual cuentan con amplísima ventaja en un sistema educativo que te pide los capitales de esos sectores. Si bien más de un siglo de ciencias sociales advierten sobre lo falaz de esta afirmación, la misma se sostiene en nuevos discursos, comercializados como científicos y actuales.

En nuestras meritocráticas sociedades el tejido social se rompe en el convencimiento que cada sujeta o sujeto es diferente al resto, y sus posibilidades de desarrollo dependen de su esfuerzo personal. Este largo debate entre el pensamiento conservador y las ideas revolucionarias cobra nueva vigencia hoy en el discurso y las prácticas neoconservadoras, pero es al mismo tiempo refutado por la materialidad del ajuste en donde el o la sujete no puede solucionar casi nada individualmente y menos matándose con el del al lado. La larga marcha de la economía capitalista que hoy castiga con dureza al pueblo argento, quizás sólo puede enfrentarse con movimientos sociales y políticos organizados, peleando desde la comida diaria hasta los derechos mínimos. En ese sentido toda construcción colectiva cuesta un esfuerzo doble cuando desde niña o niño me convencieron que puedo solo.

Bien, para mantener el capitalismo excluyente, estas prácticas sirven significativamente. Y para cambiarlas es necesario modificar la estructura de las escuelas, el trabajo de los docentes y las prácticas pedagógicas diarias. Esto es una modificación de plazo medio en estructuras muy conservadoras, pero que pueden motorizarse a partir de la iniciativa política de los grupos políticos transformadores que indudablemente existen en la sociedad argenta.

 

 

 

 

 

 

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