HABIA UNA VEZ

Si el texto ya es un resumen de la complejidad del pensar o del momento, su transformación cada vez más resumida hasta llegar a “eso de la Plusvalía está de perlas”, parece ser por lo menos reductor de las posibles relaciones lingüísticas y de pensamiento. O sea, esto llevaría a otras subjetividades y otros colectivos, la idea de conservar o volar todo por los aires, entraría también en duda, la revolución sería un meme.

Patrick Boulet

jerelaut@yahoo.com.ar

 

Escribo desesperadamente, para no olvidar o para no acordarme. Se vacía también desesperadamente el whisky

Charles Bukowsky

 

Había una vez una piba o pibe que escribía, quizás este pueda ser el inicio y final de un meme, o de algún muy breve microrrelato de tres líneas, en aquellos tiempos donde el sentido común haya prohibido escribir y leer por su densidad.

Leer no es chévere, en el certero análisis de Bartolomé Simpson, escribir debe ser menos, mansa paja, y “el futuro llegó hace rato” como dice Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota.

La palabra escrita despertaba recelos en los pueblos originarios de nuestra tierra y en los griegos de antes. Los signos no podían, ni pueden, reflejar toda la riqueza de una charla en el ágora o en el asado. Los cultores de la trasmisión oral expresaron reparos que se podrían repensarse ahora que el cambio tecnológico permite pasar fácilmente audios y fotos. El texto es frio, reduce las emociones y puede ser interpretado “pa la güevada”, para lo cual una peli o una canción es mucho más potente, como dice el menos común de los sentidos “una imagen dice más que mil palabras”. Este sentido, muy posmo y evolucionista marca las potencialidades de las imágenes sobre la pobreza del texto plano. El color, la luz y el sonido despiertan la psiquis y abren límites de la percepción como un ácido no residual y la tinta sobre el papel o la pantalla son una invitación a dormir.

“He llegado a saber, ¡oh rey afortunado!, que cuando los peces empezaron a hablar, la joven volcó la sartén con la varita, y salió por donde había entrado, cerrándose la pared de nuevo. Entonces el visir se levantó y dijo: “Es esta una cosa que verdaderamente no podría ocultar al rey”. Después se marchó en busca del rey y le refirió lo que había pasado en su presencia

Las mil y una Noche. (Recopilación de cuentos orales, Anónimo)

También las lecturas largas se sostienen difícilmente en las atenciones líquidas epocales y el recuerdo de un texto extenso es casi imposible, estas características nos deberían llevar a descartar esta forma de socialización y debate de ideas, y será reemplazada por memes con sentencias de Homero.

Quizás se perdería entonces la profundidad de la mirada que puede acompañar a la lectura de textos extensos, con pausas para pensar y entender conceptos y metáforas, al mismo tiempo perderíamos las grandes narraciones como El Capital o La Insoportable Levedad del Ser, pasando por casi infinitos textos. Si el texto ya es un resumen de la complejidad del pensar o del momento, su transformación cada vez más resumida hasta llegar a “eso de la Plusvalía está de perlas”, parece ser por lo menos reductor de las posibles relaciones lingüísticas y de pensamiento. O sea, esto llevaría a otras subjetividades y otros colectivos, la idea de conservar o volar todo por los aires, entraría también en duda, la revolución sería un meme.

Por otra parte, el cambio en la producción/circulación del conocer es resultado, entre otras cosas, un cambio en la percepción del tiempo. Este cambio es propio del camino que la explotación del hombre por el hombre tomó en nuestra época. El capitalismo es contemporáneo al reloj, y ahora ha decidido acelerarlo y vender su andar en el mercado. ¿Para que leer una novela de Augusto Roa Basto?, ¿qué se puede vender/ganar de eso?

“La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?”

La Insoportable Levedad del Ser, Milan Kundera.

Sin embargo, la condición de la permanencia de la humanidad como relato necesita soportes, que pueden ser audios, imágenes o textos, a menos que la dictadura del presente pretenda eliminar el pasado, algo muy parecido a eliminar el futuro. Y en ese caso, ¿adónde iría ese recuerdo colectivo que se suele llamar historia?, ese hilo invisible que, entre infinitas opciones, llevaría de los Caribes, pasando por Lautaro, los esclavos libertos, Dorrego asesinado, los huelguistas de la Patagonia, el pueblo en el 17 de octubre, les compañeres caídos en los 70 y la noche helada de Cutral Co cortando la ruta en la eterna lucha popular. Si nada tuviese que ver con nada y sólo fuese un eterno presente, es evidente que estaríamos más solas y solos, sin camino recorrido y por tanto sin nada para recorrer, a menos que los vídeos cortos y las fotos alcancen para sostener el hilo.

La comunicación masiva también establece canones y límites, medidos en párrafos o tiempos de lectura en los medios digitales, y sentencia al respecto. Esto podría sintetizarse en el principio “nadie lee más de allá del segundo párrafo y nadie está más de un minuto y medio en un texto digital”, esto se repite como verdad empírica, pero apunta mucho más a la construcción de un escritor/lector modelo, pocas palabras, cuatro o cinco fotos y logramos el acto comunicativo. Los 140 caracteres que manda el pájaro y los vídeos de Instagram completan el axioma. Esto sosteniendo el concepto que lo extenso no agrega ni aporta y sobre todo “que paja”. Y no sólo lo extenso, si no también lo abstracto, lo complicado, todo debe ser “cortita y al pie”.

Fue por una lluvia que realmente moje,
Que pusiera fin a su aventura.
Un final feliz para pimpollos
Allí estaba, al fin, acechándolo

El pibe de los Astilleros. Patricio Rey y los Redonditos de Ricota.

Hace mucho unos aburridos austríacos que conformaban “El Círculo de Viena” advertían un dato trágico. No sólo hablamos lo que pensamos sino también a revés, pensamos lo que podemos decir -en algún lenguaje, vídeo, audio, texto-, y si decimos poco, pensamos poco, lo que no tiene un aprioris negativo, pero nos acerca bastante a los robots. En cuanto menos digamos, en cualquier lenguaje, menos soñamos y menos podemos ver en la distancia, poniendo en cuestión toda nuestra idea de proyectar un mundo diferente.

Al mismo tiempo, la comunicación es una parte constitutiva de lo colectivo y si esto se está modificando y no tiene onda escribir ni leer, si no que aparecen nuevas formas de contar el mundo se estaría modificando lo colectivo como construcción. Entonces el tema ya no es como nos comunicamos, si no como somos y podríamos pensar – claro que es reduccionismo, no está cerrado y ….-,  que si somos breves en comunicarnos también lo somos en trascendencia , efímeros , líquidos al decir de Sygmunt Bauman.

La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un “inmenso arsenal de mercancías” y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía. La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean”

El Capital, Karl Marx.

Por ahora, y sólo para seguir, estaría bueno pensar quienes producen textos (perdón memes) y quienes consumen. Y quizás ahí encontramos datos de concentraciones, propia de los bienes en el capitalismo.

Pocas/os productoras/es y muches consumidores. O sea, la famosa aldea global tiene alcalde.


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