Hay una guerra allá afuera: como en una película de terror japonesa, todo parece tan simple que preocupa: hay un tipo solo con su guitarra. La misma tecnología musical que ha variado poco desde, para poner una indicación temporal que no es exacta pero es la que me interesa, el siglo XIX, se enfrenta a esa otra tecnología epistemológica, que sí es de ese siglo: la de la clasificación. Entonces, el tipo cruza en otra materialidad sonora géneros que se zafan. Como en una de las canciones que más me gustan de Amar, temer, partir, desde el título pasa a la acción y mezcla, por ejemplo, el hardcore con la gauchesca; los ecos de las delicias del paisano y la ida con la digitalidad híbrida. A partir de ahí el tipo se transforma en un degenerado entre armonías y desarmonías, y su espacio es la intemperie.
Los ejes de una antología virtual de textos sobre las relaciones entre los artistas y los criminales, aparte de la emergencia, son necesariamente el riesgo y la soledad para así ser múltiples. Por ejemplo, para ser costurera carpintero.