Un adelanto de “Esas Muertes”
Robert Smel (1806)*
En Setiembre de 1806, el Virrey Sobremonte, envía a Mendoza 400 ingleses, capturados de las tropas de Beresford. Los tuvieron prisioneros en Lujan de Cuyo. Posteriormente fueron remitidos a BuenosAires para volver a su tierra. Varios de ellos decidieron quedarse y morir en nuestra provincia, Robert Smel fue uno de ellos, natural de Irlanda, cambió su religión y se casó con María del Rosario Casillas.
Algunos de estos ingleses posteriormente formaron la compañía de Cazadores Ingleses, 65 en total, que acompañaron a San Martín en su gesta libertadora.
Pedro Martínez. Los prisioneros ingleses en Mendoza
Cumplo setenta años y me estoy muriendo
Tengo un bulto aquí, junto al estómago
tubérculo
que crece como una araña
y le confirma a mis huesos que les ha llegado la noche
Nací lejos, muy lejos
en el norte del norte
en una isla que algunos llamaban Éire
rodeada de pastizales
vientos, nieblas
abonada por celtas,
sajones, británicos, normandos
druidas, cristianos…
Creí en la dura religión de Enrique VIII
que Irlanda era sirvienta
que Lord Beresford era el mejor comandante
que los gauchos nada sabían de guerra
y bastaba con levantar la mano
para que el mundo fuera nuestro
Creímos que Dios y el Diablo hablaban en inglés
que todas las tierras nos pertenecían
al igual que las vacas
los terneros
los pajonales del campo
Nuestra fe
se rompió entre los dientes careados de Liniers
la mearon como si fuera un orinal
escupieron nuestras banderas
y nos hicieron cagar de pie
al trotecito
por una pampa que no acababa
Nos trajeron a Mendoza
aquí conocí mujer
engendré hijos
cambie de rey
de religión
de idioma
Elegí otro barco
otras montañas
este valle amodorrado
el tiempo lento de América
el correr perezoso de las acequias olvidadas del imperio
la tierra que se mueve cada vez que menstrua
el puma que merodea las chacras
el desierto, que es un mar que nos rodea
Elegí el Zonda
el indio pisándonos fronteras
el olivo con su arrugada piel
los duraznos que invitan a la boca
la jarilla que nos sana y nos devuelve a la vida
¿Dónde me nació este cáncer?
¿En esa Irlanda mojada de mis padres?
¿En el barco carroñero en el que atravesé el Atlántico?
¿Fue en las calles polvorientas de Buenos Aires?
¿Entre los álamos enrojecidos de Luján?
No lo sé y ya no importa
El tumor está ahí
silencioso
y creciente
Rencorosamente lo busco
lo palpo
le pregunto ¿Por qué? ¿Por qué?
¿Qué mal hice?
¿Qué escudo sagrado destruí?
¿Qué Dios vengativo me impuso esta piedra?
¿Por qué esta madeja de carne que me come?
¿Seré yo también abono
como lo fueron mis padres ,mis abuelos
mis ancestros?
¿Estiércol en una patria seca y sin nutrientes?
Mudo el cáncer crece y calla
me dobla en dos en tres
devora mis tripas
me vigilia las noches
me vomita en la memoria
y cada tanto me recuerda
una y otra vez, como martillo de herrero
las traiciones que debo