Hace mucho Walter Benjamín intentaba anotar como el nazismo había construido el odio hacía los judíos, eslavos, gitanos, y todas y todos que fuesen distintos a la inventada “raza aria “. Tiraba algunas aproximaciones.
Uno, los alemanes somos diferentes, hemos salido de algún hechizo de los Nibelungos o de Europa Nórdica, pero no somos iguales a los otros pueblos.
Dos, los otros pueblos nos están robando, se quedan con lo que es nuestro. Como son ociosos y ladrones por naturaleza, nos sacan lo que hemos logrado con nuestro trabajo y esfuerzo.
Tres, nuestra actual desgracia, es culpa de ellos. O sea, nos va mal por culpa de otros.
Cuatro, esto nos pasa porque no hay orden, por la anarquía, el desorden.
Con estos axiomas elementales, repetidos millones de veces, se construyó un odio casi estomacal de muchas y muchos alemanes hacia el resto y sobre todo se responsabilizó a otros pueblos de la compleja situación económica, germánica de la pos- primera guerra. Si se logra instalarlos, la justificación de cualquier cosas y Auschwitz quedan a la vuelta.
Si no hubiésemos hecho el reconocimiento al maestro Benjamín, víctima del nazismo, y cambiamos alemanes por “argentinos de bien”, cualquiera podría pensar que estamos hablando de alguna de las muchas expresiones de la derecha enroladas en la anticuarentena, anti gobierno nacional, anti vacunas o anti bolivianos/as y paraguayos/as. Y no exageramos, “ni un tantito así”[1].
Así de preocupante la realidad argente con fotos del asesino Videla, reivindicación del 24 de marzo y odio a nuestros/as hermanas/os latinoamericanos.
Claro que este odio no ha crecido solo, ni lo trajo la cigüeña, intentaremos empezar un borrador para pensarlo y ojalá sigamos haciéndolo para actuar, antes de que sea tarde, aclarando que no nos alumbra ni la lucidez ni la capacidad de síntesis de Walter Benjamín.
El miedo a la pandemia y su corolario la peste de la pobreza.
Vale, y perdón por la redundancia, nuevamente la frase de Albert Camus, “la verdadera peste es el miedo”. El miedo hoy atraviesa a la sociedad y la política de por acá Se nota en las calles, detrás de las ventanas y se nota en los amplios salones del poder político. El cuidado en el decir, decidir y hacer olvida que mientras el tiempo pasa, los hospitales (y las morgues) se llenan. El horizonte es por lo menos nebuloso en cuanto a un día sin pandemia y la recuperación de la economía. Ese mismo miedo, quizás haga que la distribución de la riqueza, sea sólo una bandera de pocos, nunca una urgencia, ni siquiera un proyecto. El miedo, siempre encierra y coloca al otro, la otra como enemigo. El pensamiento conservador de mediados del siglo XIX, hizo centro en él, pronosticando el Apocalipsis prontito, traído por los rebeldes de 1789. El nazismo los recuperaría en la fría Prusia de la segunda década del novecientos.
[1] Hasta la Victoria Siempre, Comandante.