DANIEL, EL TERRIBLE.

Federico Aciar
Sociólogo

Calor. Mucho calor. 2017 llegaba a su fin. Año difícil. Jodido. El Gobierno, envalentonado, se disponía a aprobar la Reforma Previsional. El envión que supuso el triunfo en las legislativas de octubre, dejando en segundo lugar nada menos que a CFK, auguraba un futuro aún más negro para los trabajadores. La oposición atomizada dejaba el campo de acción allanado para el avance amarillo. Derrota tras derrota, el ánimo estaba por el piso. Parecíamos esas hormigas a las cuales les acaban de patear el hormiguero. Desconcertados. Nos reuníamos, nos mirábamos las caras sin saber cómo reaccionar. No había salida. No daban tregua. Maldonado. Rafael Nahuel. La doctrina Chocobar. Opositores presos. Pato Bullrich desbocada, esparciendo muerte a diestra y siniestra. Tristeza sin final. Y ahora, diciembre. Otro diciembre más en este bendito país que no para de doler.

Desde temprano, la jornada pintaba complicada. Los medios agitaban los fantasmas de las navidades pasadas, que a diferencia de los de Dickens no traen redención, sino muerte y represión. Y como en una profecía autocumplida, cerca del mediodía se dio inicio a la batalla campal en la que siempre pierden los mismos.

Piedras, gases, balas de gomas, el gordo mortero, corridas, heridos y detenidos.

Los canales de noticias se regodeaban con la cacería. Algunos movileros trataban de ayudar a los que se llevaban. Aun sabiendo lo que les podía pasar cuando se apagan las cámaras.
-Identificate para que los tuyos sepan que te llevan. Para que te busquen.

Como en las noches más oscuras.
-Y usted, señor, quiere decirle algo a sus familiares?
-Sí, que se vayan a la puta que los parió esos gorilas.

De repente la sonrisa en la boca de ese tipo con los pelos al viento y sangre en la frente se convertía en un ícono de la resistencia. La mueca se volvería viral y de alguna manera extraña, en estos tiempos de virtualidades, encendió en todos nosotros la llama de la rebeldía y la esperanza. Una vez más. Después vino todo lo demás, todo lo que sabemos. Lo que esperábamos. Jugadas maestras de ajedrez político y unidad para terminar con la miseria planificada.

Y ahora que estamos a días de que termine esta larga pesadilla de cuatro años no quería dejar de recordar esa imagen. La de Daniel Cantieri, el terrible, exhibiendo orgulloso su dignidad aún en el peor momento.

Entonces a él, a los que se nos fueron llenos de tristeza en este tiempo, y a todos los que la sufrimos día a día,
están dedicadas estas palabras. Hagamos valer nuestros votos y demostremos que estos años fueron un caro, carísimo, error en la historia.

Sólo eso.

Y sí, que se vayan a la puta que los parió estos gorilas.


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