CUANDO LA NOCHE ES MAS OSCURA …

 

Rodrigo Aguilar

Final de Obra

Macri ha concluido su obra para la Argentina y esta obra se bifurca y diferencia en dos partes. La primera es la obra teatral, la puesta en escena que precisaba el sistema cultural hipermediatizado para legitimar el poder y seguir consiguiendo votos. Lo construyeron interpelando al cuidadano sobre la realidad política desde un solo lugar; primero fue la demonización de la oposición, y sobre todo del peronismo en todas sus caras: política, sindical, social, cultural, empresarial; no falto ámbito que no fuera sometido a un constante ataque de denuncias mediáticas y procesos judiciales, con un sector de la justicia que ofició de mandadero simple, casi cómplice.

Sobre esto, la vacuidad de una épica de lo sencillo y lo común, como si tal cosa pudiera existir. Una patria con un destino grande, requiere de una épica grande y compleja. Y la jugada más riesgosa, convencer a millones que no merecen, que la dignidad no es tal sino más bien un exceso del “populismo” para comprar sus voluntades. Lo patético de las últimas imágenes del naufragio, desenmascara para todo público una ideología que solo busca la crítica en el otro y el engaño de un futuro venturoso que nunca llega. Muy poco. Se hundió y se inutilizó al encontrarse con las profundidades de las “efectividades conducentes”. Porque esta escenografía ideológica estaba destinada al ámbito individual e imaginario de la meritocracia, nada útil para llegar a impactar a los  sujetos que: viven, quieren trabajar, se relacionan, se transportan, comen, toman remedios, estudian,  quieren y desean la dignidad como la matriz de la vida para si  y los suyos.

Porque así llamaba el general de la revolución argentina a la realidad, las  efectividades conducentes son las que también  forman a las personas que viven y hacen las patrias chicas de todo el país todos los días. Ahí se estrelló la segunda obra de Macri, la real. Cuando millones de argentinos “cayeron” en la realidad detrás de la escenografía, cuando el deterioro ya había llegado a cuanto sector vulnerable de la sociedad existe, cuando el despido o el cierre del negocio o la pyme volvieron a cuestionar la matriz del trabajo, cuando se detuvo la economía y la heladera manda y la angustia y la desesperación se apoderan de muchos. Ahí es cuando se estrelló el proyecto completo de Macri y compañía. Por cierto, una compañía que acompaño el proyecto encaramándose para concentrar la renta nacional y fugarla al exterior. Y dejando “mas de la mitad de un PBI” en una deuda pública en manos del capitalismo financiero internacional y las corporaciones dirigidas capitaneadas desde afuera.

Ahí se quedaron sin maniobra, volanteando de una táctica electoral a otra; lo que se vio fue una frenética embestida contra la oposición. La sociedad ya estaba en otro lado. Esconder al candidato y los argumentos, ¿¿¿y ganar??? …Solo es posible en un libro de Durán Barba. Es un gato encerrado, contra una pared.

Una resistencia para una propuesta

Nicollino Locche será recordado como el boxeador bailarín. Paradójicamente su virtud pugilística no era pegar sino esquivar. Le entraban algunas, pero en el largo aliento el rival se cansaba y hasta casi enloquecía por no poder tumbar a ese pequeño campeón mundial, orgullo de los mendocinos.

Así fue la resistencia siglo XXI del kirchnerismo, capitaneada por CFK ; fue una primera etapa dura de ser el objeto de riña de la obra (teatral) del gobierno. Sin embargo Cristina lo sorteó, lo finteó con la  inteligencia política de buscar permanentemente mantener la fidelidad con ese tercio del electorado que ella representaba casi hasta orgánicamente en muchos momentos; y además trabajar para ampliarlo desde la oposición frontal al gobierno nacional. Las otras partes de un peronismo fragmentado, a veces tiraban puentes con el gobierno nacional, al mismo tiempo que intentaron construir una identidad distinta a la que le faltaron liderazgos y le sobraron vanidades.

Luego de la victoria electoral del gobierno en 2017, el capital político conseguido fue dilapidado para sacar una reforma previsional que casi termina en estallido social. En el peronismo tomaron nota de esto y las mentes más lúcidas comenzaron a pensar y decir cosas como “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede”. La unidad del peronismo se empezaba a gestar precisamente con gestos. Sobrevino entonces el giro que solo pueden dar los que escriben la historia y CFK es una. Dio un paso al costado y apareció Alberto Fernández que venía proponiendo al resto del peronismo un Frente opositor único, aparecía este panperonismo de hoy. La última versión de ese animal invertebrado que recorre el país de punta a punta. Alberto trajo a Massa, a la CGT, los gobernadores PJ (casi todos), parte de la burguesía empresaria (industrial y pyme); los esperaba el kirchnerismo (esa minoría intensa) y los movimientos sociales, además de un gran sector del feminismo, esa mayoría reciente y más dinámica que ninguna.

Pueblo y después

Durante un poco bastante más que 70 años (la de zonceras que hemos escuchado…), el pueblo argentino ha ido construido una identidad compleja y contradictoria. Pero sin duda que una de sus facetas más fascinantes es la de asumir su destino de tanto en tanto. Lo hace en actos masivos de rebelión a las élites persistentes en crear la estructura desigual que caracteriza a otros países de Latinoamérica, necesaria para el modelo proveedor de recursos naturales y mano de obra barata a las empresas y corporaciones internacionales. No es solo cambio de gobierno, la noche del 11 de agosto del 2019, ese pueblo apuró la historia, porque había tomado la decisión de cerrar el ciclo. La unidad del peronismo ofreció una propuesta digerible con la incorporación de todos los sectores y la aparición de por lo menos uno al que escuchan y acompañan muchos, como Alberto Fernández.

El peronismo de Alberto y Cristina convocó a este nuevo proyecto al sujeto histórico del alma peronista, los descamisados y excluidos, la clase media caída en estos años también se sumó.   La hija bastarda, la clase media ascendida por el mismo, que ve el derrumbe y aun no cae, quizá sea parte del voto “sigiloso” que nadie vio venir y le dio el 47% de apoyo electoral. Alcanzó para el triunfo, ahora llega el momento donde se siente más cómodo el peronismo, la construcción desde el gobierno de un proyecto nacional, popular y democrático. Tendrá que superar las maniobras del macrismo en retirada que alguien caracterizó bien como un ejercicio del pequeño Nerón ilustrado, poniendo en jaque aún más la economía de millones de argentinos. Nada fácil. Hay equipo y viene asomando el día.

 

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