AHORA ES CUANDO

Feminismo popular es el nombre del presente, son las manos que escriben y se tienden”.

Por Vero Benitez

En este contexto de crisis estructural donde parece que un nuevo orden mundial tiene la intención de asomar y lo viejo empieza a morir, una vez más las mujeres estamos con un rol activo. Este rol activo que nos caracteriza es el lugar donde subsistimos, sobrevivimos y renacemos pero es también donde morimos.

Habitamos cuerpos que se desplazan, que se enferman y que se curan en una pandemia que ya reconocemos. Esta pandemia no para, esta pandemia es el patriarcado. Es esa pandemia que nos aísla, que nos castiga, que nos disciplina, que nos excluye, que nos divide, que nos marca la piel, que se apropia del cuerpo y que nos arrebata la vida. La conocemos bastante bien.

En el tiempo que llevamos de aislamiento preventivo y obligatorio, es decir, desde el 20 de marzo hasta la fecha Argentina lleva 21 femicidios según lo informó el Observatorio de Femicidios “Adriana Marisel Zembrano” coordinado por la asociación civil “La casa del encuentro”. Esta problemática estructural se ve agravada por la situación de cuarentena y pone a las mujeres en una situación de extrema vulnerabilidad ya que la mayoría de los casos se dan en el hogar y el contacto con el victimario es directo parental. Grande es el desafío y la responsabilidad del Estado actual que le hace frente a una de las crisis más grandes de la historia de la humanidad.

Ya sabemos que los parches no alcanzan, que nos somos ratas de laboratorios y que tiene que haber voluntad política, responsabilidad social y presupuestos para el trabajo interdisciplinar en la elaboración de políticas de Estado. Ahora es cuando. Ahora es cuando se apropian de nuestros cuerpos, cuando sufrimos abusos sexuales y abusos de poder. Ahora es cuando estamos sujetas a todo tipo de violencia. Ahora es cuando somos despedidas, cuando trabajamos en negro, cuando le dedicamos el doble de horas a las tareas de cuidado, cuando nos bajan el sueldo, cuando nos invisibilizan.

Esta situación de emergencia sanitaria y económica tiene sus víctimas principales, los pobres y las mujeres. Porque no podemos dejar de analizar lo que nos ocurre desde una perspectiva de género pero también desde una perspectiva de clase.  A todos, todas y todes nos atraviesa el encierro de algún modo, de una manera individual nos afecta la ansiedad, la depresión, la incertidumbre. Pero quienes viven el día a día, quienes no tienen trabajo o están precarizados, quienes conviven en situaciones de aislamiento o quienes comparten el espacio físico con sus agresores se encuentran no solo en desventaja, sino también en peligro.

Así, ante el esfuerzo del Estado para atajar esta pandemia con diferentes medidas económicas y sanitarias para apalear la crisis y tener resultados con daños leves o no tan altos, estamos por otro lado las mujeres organizadas. Las mujeres que nunca nos cansamos de poner el cuerpo, las mujeres que sabemos de golpes, de faltas, de dolores pero también sabemos de movernos. Estamos en movimiento permanente, estamos adentro y estamos afuera. Estamos.

En ese estar y en ese ser nos abrazamos a la organización popular desde un rol social, desde un rol político, desde un rol activo. Nos abrazamos y caminamos para garantizar un plato de comida, un remedio para algún enfermo o enferma, tejemos mantas para quienes no tienen el privilegio de hacer la cuarentena en casa y están a la deriva o a la espera de una mano tendida. Porque siempre estamos de algún modo a la espera de una mano solidaria (o varias), y esas manos tienen un cuerpo, tienen una historia, tienen mucho de sacrificio. Contrariamente a la mano invisible del mercado, que evidentemente es patriarcal, estas manos no se ocultan. Porque ya nos ocultaron.

Feminismo popular es el nombre del presente, son las manos que escriben y se tienden, Ese feminismo de abajo hacia arriba, que entiende la comunidad organizada y a su vez entiende cómo nos opera el patriarcado. Nos opera de tantos modos que nuestra tarea de reflexión y deconstrucción debe ser constante. Si nos encuentra desprevenidas puede que en algún momento nos tenga en una posición funcional al patriarcado. En esa funcionalidad donde la vara se nos escapa, se nos dobla o se nos acorta siempre gana el sistema patriarcal, siempre.

Gana cuando nos utiliza para dividir, para romper, para correr. Gana cuando potencia y reafirma la lógica y metodología política machista,individualista  y liberal. Nos enseñaron que no hay lugar para todas, que lo que hacemos nunca está del todo bien, que un varón lo puede hacer mejor, que si hacemos algo en virtud del colectivo en realidad es en virtud individual. Porque este sistema odia las mujeres que construyen, que generan, que protagonizan. Nos disciplinan todo el tiempo , en todos los espacios y en todos los rincones.

Por eso, el feminismo no es solo el sujeto político del presente sino el gran transformador del futuro en este nuevo orden mundial. Nada tiene que ver con lo que acostumbramos a ver y lo que acostumbramos a oír. Si nos dividen, nos unimos, si nos lastiman nos curamos, si nos perdemos nos encontramos, si nos morimos renacemos. Renacemos cada vez que una mujer muere en manos de la violencia machista porque salimos a la calle en multitud. Renacemos cuando le damos una taza de leche a pibes que se han pasado toda su vida con la nariz pegada al vidrio. Renacemos cuando en la soledad, en el abandono o en el desprecio aparecen las manos del amor que nos acarician el alma y el cuerpo, que nos leen un fragmento de un libro, que nos dan un platito de sopa, que nos abrazan en silencio.

Volvemos a nacer de manera sistemática y permanente. En el aislamiento encontramos formas de contactarnos y organizarnos. Nos reunimos en videollamadas, nos comunicamos por redes sociales, colaboramos y organizamos la solidaridad para que llegue a los sectores postergados. Estamos atentas y a disposición de aquellas que maternan, las que gestan, las que están de duelo, las que están sin trabajo, las que necesitan ayuda en los merenderos y comedores, las que están desempleadas, las que trabajan con mujeres en situación de violencia de género, las que gestionan, todas.

Somos todas y estamos para todas. En esta pandemia que no para de matarnos nosotras no paramos de organizarnos. A los golpes de la violencia machista disciplinadora y patriarcal respondemos con organización feminista popular. Porque si hay algo que llevamos como mantra es que la única lucha que se pierde, es la que se abandona. Ahora es cuando.

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