ROMPER LA “LÍNEA” SOCIAL DE CONTAGIO

Por Javier Ozollo

Director Maestría en Politica y Planificación Social

Según los especialistas, la pandemia del Covid19, tiene dos riesgos epidemiológicos fundamentales, el primero es su tasa de contagio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la sitúa entre 1,4 a 2,5 (otras estimaciones hablan de un rango entre 2 y 3). Esta tasa traduce la media estadística de contagio, o sea que una persona infectada puede contagiar a 1,4 o a 2,5 personas. Eso es un promedio, pues bajo ciertas condiciones una persona puede contagiar hasta 16 personas. El segundo es la inexistencia de un tratamiento rápido y preventivo para tratar la enfermedad y evitar su circulación. La confección de una vacuna apropiada puede demorar más de 90 días y su costo está por determinarse.

Sin embargo, como toda epidemia (o mejor como toda enfermedad), tiene consecuencias sociales.

Una de las características de esta pandemia es que se produjo en un país con altos niveles de desarrollo, China, y que se contagió vía el traslado (principalmente aéreo) a otros países desarrollados (Corea, Italia, España, Estados Unidos, etc.). Es decir, es una enfermedad que ha comenzado en los países ricos. La forma en que los países periféricos se contagian es por intermedio de sus sectores medios u altos que han viajado a los países centrales. O sea, se trata de una enfermedad generada en países opulentos y traída a nuestros países por nuestros sectores acomodados.

Ello implica que la epidemia se mueve, por ahora, en términos sociales en la parte superior de la pirámide socioeconómica. Pero como toda enfermedad, sus implicancias a nivel social son diferenciales según la clase social. Es decir, impacta en forma distinta a las clases altas y medias por un lado y a los sectores populares y marginados por el otro. De la misma manera, sus tratamientos son también diferenciales.

La forma más importante de impedir el colapso del sistema de salud argentino por excesos de contagios, es el aislamiento. El problema central es que esta condición no puede ser cumplida de la misma manera por los distintos sectores sociales.

Los sectores pobres y marginados, que en la Argentina de fines del 2019 sumaban el 44% de la población, no tienen la misma posibilidad de aislamiento que los sectores medios y altos. El hacinamiento, la carencia de servicios de calidad (agua potable o cloacas, por ejemplo) la falta de trabajo en blanco y la nula posibilidad de reservas de alimentos hacen imposible esta opción. Al mismo tiempo, el aislamiento del resto de la población disminuye drásticamente las changas y el trabajo en negro. La única posibilidad de estos sectores, para no agravar sus problemas, es, nuevamente, la acción del Estado.

En un artículo reciente, “Periferias e Pandemia: Plano de Emergência, já!”(https://outraspalavras.net/cidadesemtranse/periferias-e-pandemia-plano-de-emergencia-ja/), la prestigiosa especialista brasilera en política social, Sonia Fleury, establece medidas de emergencia para la pobreza en su país. Alguna de ellas podrían ser aplicadas aquí, como la realización de un plan de contingencia en barrios marginales y periferias, establecer comités de salud en cada barrio, un relevamiento de los recursos que tiene la comunidad o proponer una priorización de los barrios para la aplicación de pruebas para detectar personas contaminadas y definir una estrategia de aislamiento.

El presidente Alberto Fernández en conjunto con los curas villeros ya lanzó la consigna “Quedate en tu barrio”, una medida que puede ser beneficiosa como alternativa al aislamiento en viviendas precarias.

Sin embargo, lo más importantes es que los sectores medios y altos del país, entiendan que su aislamiento es fundamental para evitar la infección y también para romper la “línea social” de contagio. Lamentablemente los niveles de pobreza son dolorosamente altos en nuestro país. Los que más tienen deben entender que hoy más que nunca es necesario su esfuerzo para salvarnos a todos. ¡Quedate en tu casa!!

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