Por Sergio Eschler
Historiador
Introducción
El ideario de Manuel Belgrano sobre la organización de las Provincias Unidades del Río de la Plata merece un análisis minucioso de varias dimensiones para aproximarse a su visión. Esas perspectivas podrían llevarnos a caracterizar al doctor en leyes como un estadista. Pero: ¿Qué significado tendría ser un estadista en un mundo en ebullición dónde los cambios se aceleraron entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX? Sobre todo cuando el creador de la escarapela no ocupó cargos políticos de alta jerarquía: no fue Virrey, aunque fue titular del Consulado, ni Presidente del Primer Gobierno Patrio aunque vocal, ni ocupó cargos en los Triunviratos, excepto los militares, tampoco fue Director Supremo en la etapa del Directorio y el Congreso del Tucumán. La respuesta puede tener varias aristas, algunas vinculadas a desarrollar el modelo vigente y otras con propuestas más rupturistas. El presente ensayo responde este interrogante sintetizando el pensamiento belgraniano de sus obras y referencias contemporáneas.
El interrogante planteando se abordará desde la puesta en valor de un enfoque donde Belgrano intentó visibilizar las problemáticas que se normalizaban en el mundo colonial primero y posteriormente durante el proceso revolucionario. Para ello vamos a partir de la teoría: Taller de los Espejos, de Jaime Peire[1], donde la relación Estado, sociedad e Iglesia reflejan una vida magnífica que no se espejaba en una sociedad adornada y sujetada por una dominación dulce y suave. El objetivo principal, es tratar de contraponer, en un contexto de continuidades y rupturas, el imaginario belgraniano al supuesto construido por el taller de los espejos.
[1]Peire Jaime, El taller de los espejos, Iglesia e imaginario 1767-1815, Buenos Aires, 2000, cap. V, pp. 271-332
Si queres leer el ensayo podes descargarlo facil aqui abajo…
