SEXUALIDAD Y VIRTUALIDAD EN NUESTROS TIEMPOS

SEXUALIDAD Y VIRTUALIDAD EN NUESTROS TIEMPOS

                                                “La sexualidad es esa energía psíquica

que circula en nuestros cuerpos”

Lic. Karen Rodriguez

 

Entonces ¿qué sucede con la virtualidad y la sexualidad? ¿La psiquis circula por nuestr@s cuerp@s aún si estos no se encuentran físicamente? ¿Cómo sería? ¿Cómo podemos pensar la tecnología como objeto que nos propone una dimensión diferente? ¿De qué manera podemos  pensar la relación entre ambas?

Lo interesante es que hoy en día podemos hablar un poco más acerca de la sexualidad gracias al feminismo, que nos ha permitido diversificar nuestro discurso. Como así también interpelar desde dónde hablamos. Nos ha permitido poder nominar aquello que por mucho tiempo se ha silenciado. Es interesante que en las consultas clínicas que sostengo en consultorio, los sujetos han podido desplegar una serie de interrogantes que años atrás no se daba. Es decir, mujeres que se preguntan acerca de su goce, el placer en las actividades que realizan, la maternidad como una decisión y no una determinación biológica, adolescentes que se cuestionan su género o su orientación sexual, hombres que se interpelan su masculinidad, etc. En este abanico de pluralidades nada se da por sentado y está permitida la pregunta como apertura de un espacio para pensar por dónde se dirige el deseo y la realización de los sujetos.

En este contexto se suma la virtualidad como una herramienta o como un eje que nos permite desdibujar el espacio y el tiempo permitiendo la posibilidad del famoso “sexo virtual”. Y acá abro paréntesis para diferenciar el sexo de la sexualidad. El sexo es el acto biológico como tal, a diferencia de la sexualidad que es aquella energía psíquica que circula por los bordes de nuestros cuerpos, la famosa libido que muchos conocen o habrán escuchado alguna vez. Esa energía es aquella que nos permite el movimiento de la vida misma. Es aquello que proyectamos en todas las actividades donde encontramos alguna realización donde nuestros cuerpos se ven involucrados. No solo nuestros cuerpos sino el borde mismo. El borde del cuerpo es esa frontera entre la psiquis y el organismo. En esa frontera es donde circula el placer o el goce, aquello que nos satisface y que cuando es en exceso nos hace sufrir, y va a depender de la particularidad de cada sujeto.

Haciendo esta aclaración, en lugar de la nominación de “sexo virtual” yo hablaría de “sexualidad digitalizada”. Le llamaría de este modo por muchas razones; primero porque a muchos sujetos no les llama la atención, no es algo que los erotice, no es algo que les otorgue placer esto del “sexting” (sexo por mensaje), enviar fotos  de las partes del cuerpo como una fragmentación del mismo. Sin embargo a otros sujetos sí les parece erótico. Les parece erótico o excitante esto de mirar al Otro, ser vistos o ser mirados, escuchar al Otro o escucharse. Estas son diferentes formas de encontrar placer. Aquellos lugares del cuerpo como el de la voz y la mirada por donde circula de manera autoerótica dicha energía psíquica. Es decir, esta energía no circula por el cuerpo del Otro sino por el cuerpo propio, a partir de la mirada y la voz del Otro.

En fin, podemos debatir mucho el tema. Sin embargo, lo que me parece interesante destacar es que cada uno construye la sexualidad que le es posible, en la medida que pueda. Cada sujeto encuentra placer de diversas maneras y de diferentes formas. Es por esto que permitirse transitar la experiencia es también poder elegir qué quiero para mi cuerpo, cómo disfruto mi sexualidad y hasta dónde puedo compartirla con otros bajo ciertas condiciones de cuidado, donde la responsabilidad afectiva y subjetiva sean mis coordenadas.

Lic. Psicología Karen Rodriguez @karenrooggisellakarenrodriguez@gmail.com

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