SE ABRIRÁN LAS GRANDES ALAMEDAS

 

 

Por Patrick Boulet,

jerelaut@yahoo.com.ar

Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde
pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores
!”

Palabras de Salvador Allende, trasmitidas por Radio Magallanes, horas antes de su muerte, el 11 de septiembre de 1973.

 

Salvador Allende. En él pensaba mientras recorríamos en un taxi manejando a la chilena las viejas Alamedas en la zona de la Moneda, repleta de autos japoneses. En cada semáforo una banda de haitianos grita “a luca el agua, a luca” recordando algunos de los lastres de la opresión neoliberal: la migración forzada de los pueblos y la imposibilidad de tomar agua de la canilla.

Pensaba en aquel Chile de las poblaciones, de Víctor Jara, los Quila, los Jaivas. De la Cantata Santa María, Valparaíso y el Pueblo Unido cantado en los fogones. Del Partido Comunista más grande de América del Sur y la larga marcha de la Unidad Popular. En los pueblos colgados de Los Andes, y las casas de maderas colgadas sobre el mar, en los pescadores comiendo piure sentados en los botes al lado de la mar, todo parecía explicarse en el Canto General de Pablo, la mágica voz de la Chabela Parra contando que “Run Run se fue Pal Norte” y en “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros.

Así era para mí Chile la primera vez que fui, cuando gobernaba el Pato Alwin, primer presidente luego de la sangrienta dictadura del asesino Pinochet, “Pinocho” como lo llamaba el pueblo en aquella época. Me sorprendió la pobreza y solidaridad del pueblo, la cantidad de pisco que se puede tomar en una noche, las nanas cuidando a les niñes en la playa, los autos de lujo y la gente colgada del bus. También las altas olas del mar Pacifico y la cantidad de comedores con los mozos casi obligando a entrar. Por las vueltas de la economía argenta, el pastel de jaivas y el pisco no eran caros en el final de los 80.

Nada de lo que pueda pensar hoy, dejará de tener aquellas imágenes, quizás en las palabras del cuidacoche de Maitencillos que hace poco me dijo “ganará Piñera y nada cambiará”. Y todo lo que digamos será siempre escaso, menduco y externo a la lucha del pueblo, que en principio cuenta con nuestro apoyo a la distancia.

“Chile despertó” dice el pueblo, y seguramente es así, el pueblo apuesta al mañana una vez más, como decía Víctor, “hoy es el tiempo que puede ser mañana
líbranos de aquel que nos domina, en la miseria tráenos tu reino de justicia
”. Y eso es creo un dato, el pueblo chileno apuesta al mañana enfrentando al neoliberalismo de guerra que la Concertación de centro y los gobiernos de derecha explícita han sostenido. La puesta al futuro es la luz de la rebelión, ante la noche y la resignación que propone el capitalismo excluyente. Siempre el mañana será nuestra bandera, la construcción de la justicia y la derrota de la opresión.

Y el muy importante desafío a la democracia liberal, tan corta para los pueblos de todo el mundo. Quizás la mejor opción posible para les que comemos todos los días, pero indiferente para los olvidados del pueblo. Este será seguramente uno de los temas del debate político urgente, urgencia ante el riesgo que algún Bolsonaro nos lo impida.

No son 30 pesos, son 30 años”. Treinta años de segregación estricta entre el sector propietarios de las tiendas Paris, las madereras, pesqueras y mineras de intenso extractivismo y el pueblo chileno. El modelo del endeudamiento eterno y las universidades para pocos, pobreza estructural de la dictadura de Pinocho hasta hoy. Sin vueltas, con la constitución de la dictadura y la rigurosa vigilancia de los milicos. Les gran mayoría de les chilenes (más del 60%) gana el sueldo mínimo entre 370 y 450 dólares, cuando un ejecutivo de gran empresa gana 10.000 dólares. Eso casi sin filtro de sectores de ingresos medios. Sumándole la escasa intervención del estado que ha desligado en el mercado la salud, educación y jubilación de les chilenes, sólo falta seguridad que no estaría nada mal que lo paguen las empresas dado el notorio rol antipueblo que cumple.

Va quedar la cagada”. Con partidos políticos domesticado a la izquierda y pinochetistas furiosos a la derecha. Nada desde ahí parecía moverse, nada parecía cambiar en cada puesta de sol, después de “la once”.

Pero, como siempre en la historia, la rebelión aparece, en este caso en forma de “evasión”, que más allá del molinete, simboliza la evasión de la pobreza. Cómo se puede, con la sensación de fin de época de la Argentina del 2001. Los Cabildos de las poblaciones quizás tomen algo de las asambleas barriales argentas de inicio de siglo Y también la misma desconfianza a les poltiques, aun los del Frente Amplio, quienes no previeron y mucho menos conducen el movimiento popular. Que no por eso es, en nuestro entender espontaneo, ni salido sólo de los hashtag de las redes informáticas, como parecen señalar los defensores de cierto situacionismo y citadores compulsivos de la “primavera árabe”. El pueblo chileno tiene una larga tradición organizativa, que se expresa hoy plenamente, sin intención de agotar la lista: los movimientos del pueblo mapuche, estudiantil, de defensa de la tierra y anti-contaminación, de mujeres, el movimiento vecinal en los poblados, el movimiento sindical (sobre todo del empleo público) y …… Esas organizaciones aparecen en toda la geografía y sus militantes son los más activos en cada cabildo y cada marcha. Y alguna parte de espontaneidad y hartazgo de los pobladores acompaña.

Los Pacos. El toque de queda, la militarización de las calles y la violencia asesina de la policía no son algo nuevo en Chile ni en América Latina, pero no deja de sorprender lo poco que hacemos desde las democracias liberales para erradicar la tortura, la violación de las mujeres y el asesinato como práctica política de los gobiernos asesinos de discurso liberal. Complicidad absoluta de los medios periodísticos chilenos y de buena parte del resto de los del mundo. Ya no debería sorprendernos, pero es remarcable la gigantesca hipocresía de los defensores de derechos y libertades que no ocultan los más terribles asesinatos y siguen repitiendo “Venezuela” como slogans de campaña.

Chile Insurgente. La rebelión de una parte del pueblo chileno ha hecho retroceder al gobierno conservador en algunas medidas antipopulares, pero está bastante lejos de avanzar en al menos reducir la injusticia estructural.

Sin embargo, el clima de época ha cambiado en todo el país, el cuestionamiento a las diferencias económico-sociales y a la exclusión es más fuerte que la reacción represiva y el miedo. Otro dato, como tantas veces el cambio de las condiciones subjetivas provoca movimientos en las estructuras y nos parece que en Chile eso pasa, la resistencia crece en la movilización popular, organizándose al calor de la marcha y con la complejidad propia del pueblo y sus organizaciones. Lo que seguramente no serán “los soviets” que plantean algunes, ni el movimiento policlasista de otras etapas de la historia latinoamericana. Como la conducción del taxista de Santiago, será a la chilena.

Se abrirán las grandes Alamedas.


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