NO ES UN HECHO AISLADO

Por Rodrigo Aguilar

No es un hecho aislado. No existen los hechos aislados. Los hechos sociales son un producto de otros hechos sociales. Son un eslabón de una cadena de sucesos y causas que suceden en nuestras sociedades, y al mismo tiempo,  y  he aquí el problema,  son antecedentes causales para los próximos hechos que vendrán.

La brutal agresión que sufrieron los militantes políticos del Frente de Todos en un barrio de Godoy Cruz en Mendoza por parte de un militante de la UCR, deben leerse bajo estos conceptos básicos que permiten entender que cuando esta persona decidió impedir con violencia la actividad proselitista de cara a las próximas elecciones; detrás de esta decisión “impulsiva” se activaron un sinfín de mecanismos conscientes e inconscientes que habían evolucionado en la subjetividad del agresor.

Sin caer en la simpleza de creer que este tipo de conductas en la política son nuevas y ajenas a las prácticas políticas violentas que  desde hace décadas habitan en todos los espacios políticos; desde aquí queremos proponer que lo específico de este suceso es que fue desencadenado por una práctica profundamente ideológica, o para intentar ser más claro por una acción sustentada por un sólido conjunto de creencias e ideas que desde hace tiempo el espacio político de Cambiemos viene utilizando como herramienta para la disputa política en nuestro país. Es la ideología de la estigmatización y la negación del adversario político, el peronismo; pero más precisamente “La Cámpora y Cristina”.

Está claro que en cuanto a lo que vimos y hasta ahora sabemos; este hombre, afortunadamente, actuó solo, es decir que no fue parte de un dispositivo colectivo que planificara la barbarie que vimos en el video. Sin embargo, al mirar con el prisma de la ideología de la estigmatización y la negación; las amenazas , las piedras y los insultos fueron arrojados simbólicamente hace tiempo ya y solo estaban esperando el momento preciso para materializarse.

Porque el método político ha sido protagonizado por la “conquista de un sentido común”, una paciente tarea de creación de ideas que consiste en otorgar cualidades intrínsecas perversas y deformadas a un actor político. Nunca se han detenido en desmenuzar de cara a la sociedad las políticas públicas del adversario. De hecho hubiera sido esa una tarea complicada, las pocas ideas de gobierno que se despliegan actualmente, están casi calcadas de las anteriores. No era ese el terreno de la disputa. La tarea era construir el monstruo, como en aquel cuento que Borges y Bioy Casares le dedicaran al peronismo de Perón.

Podría aburrir con los cientos de casos que hemos visto estos años pero para muestra basta un botón. A poco de iniciar esta campaña, el senador Pichetto califico a Axel Kiciloff de Marxista, a los pocos días la Gobernadora Vidal dijo que si ganaba Kiciloff en Buenos Aires gobernaría la Campora, y casi simultáneamente la monja Pelloni soltó que la Cámpora manejaba el narcotráfico. El metamensaje estaba claro: si gana el peronismo gobernara el marxismo narcotraficante . Y por supuesto que el broche lo pondría Mauricio Macri y era evidente la conclusión del silogismo: Argentina sería Venezuela.

Ese es el proceso de siembra de una idea. Hay una película muy recomendable sobre estas prácticas. En “El origen” protagonizada por Leonardo Di Caprio, detrás de la trama, se ve claramente como las ideas pueden ser inculcadas a los sujetos e incluso resurgir muchos años después cuando la oportunidad y el contexto lo reclaman silenciosamente.

Por eso este hombre del video quizás sea “inocente”, quizá no sea su culpa. Quizá sea el famoso “sujeto sujetado”, esa categoría que nos permite ver que si bien su conducta puntual está dominada por su voluntad individual, pasaron muchas ideas y sobre todo pasaron ríos de palabras y de tinta que desencadenaron la barbarie. Y entonces sus actos estaban sujetos a valores, a principios valorados positivamente por él. El defendía a su barrio del “monstruo”. Eso le enseño la ideología duranbarbista donde todo vale y los valores son etiquetas que se sacan y se ponen de los actores políticos como una mercancía más. Los hechos son inocentes, las interpretaciones son responsables.

Y lo más preocupante y repudiable es cuando el sujeto afirma, sostiene… se sostiene en el mundo diciendo “esta es la democracia de Cornejo”. Porque lo que queda claro es que estas prácticas son tan irresponsables e imprescindiblemente necesarias de erradicar; porque contienen el germen de un autoritarismo con capacidad de adueñarse de la democracia por una agrupación política. A partir de allí solo nos quedaría mirar con espanto la regresión de una sociedad a la que tanto le costó superar las oscuras noches del autoritarismo.

Estamos a tiempo, todos debemos verlo, reflexionar y actuar en consecuencia, no solo desde la política, desde todos los sectores, que muchos han hecho un silencio casi cómplice. Sino será tarde y las piedras seguirán rebotando y dañando a la democracia.

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