DESIGUALDAD ECONÓMICA Y CRISIS DE REPRESENTACIÓN EN LOS SISTEMAS DE GOBIERNO. LA ARGENTINA DESIGUAL Y DESCONFIADA DE LA POLÍTICA

La desigualdad económica en un sistema que produce cuantiosas riquezas a costa de la vida de miles de millones de seres humanos y de la devastación de nuestro hábitat mundial, es en sí mismo un cuestionamiento sobre la viabilidad y la continuidad de dicho sistema o la de nuestra existencia como humanidad sobre este planeta.

En los últimos tiempos observamos masivas movilizaciones, y en algunos casos violentas revueltas en las calles en Francia, Gran Bretaña y otros países de Europa, así como graves problemas en sus sistemas políticos para resolver conflictos sociales y económicos. En EEUU, el descontento social silencioso se expresó en el voto a un candidato que se presentó por dentro del Partido Republicano pero que no se identifica con el sistema político bipartidista.

Pareciera que el sistema de organización mundial y los sistemas de representación política para el gobierno de los Estados, herederos del desarrollo del capitalismo demoliberal europeo y colonial que se consolidara después de la caída del Bloque Soviético, ha entrado en crisis. Y uno de los detonantes principales ha sido el empeoramiento en las condiciones sociales y de vida de amplias capas sociales, fundamentalmente de clases medias y asalariados de los países centrales, frente al espectáculos de la impresionante concentración de la riqueza en muy pocas manos. Sí, la desigualdad ha llegado ostensiblemente a las sociedades de los países centrales de Europa y América del Norte.

Los pueblos de los países periféricos de Latinoamérica, África y Asia han sufrido por siglos en amplias capas de sus sociedades la explotación y el sometimiento perpetrados por los poderes económicos y políticos de los países centrales. Y ahora globalización mediante, gran parte de esas sociedades de esos países centrales, en los últimos treinta años pero con indicios desde al menos los mediados de los años ‘70 del siglo pasado, perciben que también pueden ser parte del batallón de perdedores del sistema.

La globalización de los mercados, la liberalización de los capitales, el fabuloso incremento de las actividades y ganancias del capitalismo financiero en puja con el capitalismo empresarial de base territorial por el control de la plutocracia mundial, el acelerado desarrollo de la ciencia y la tecnología fundamentalmente en la información y las comunicaciones, han creado un escenario en donde, como se decía en los años ‘90 del siglo pasado, si estornuda el mercado de valores de Singapur, se resfrían los mercados de México DF y Buenos Aires. Y en este escenario, los trabajadores de los países de Europa ven cómo sus salarios se determinan fuera de sus fronteras nacionales y el único lugar que tienen para expresar su descontento es dentro de sus propias fronteras nacionales.

El trabajo en el sistema capitalista es sólo una herramienta más. El trabajo, que agrega valor y que incrementa la ganancia del dueño del capital, no se paga como se debe. El salario del trabajador es un costo más. El trabajador no es considerado un socio, sino quien vende una mercancía que si se puede pagar a menor costo, mejor. Además, el avance de la ciencia y la tecnología le ha proporcionado a los propietarios del capital, la posibilidad de reemplazar con mayor celeridad y cantidad mano de obra humana por máquinas.

Mencionar la importancia que ha adquirido la actividad financiera sobre la actividad productiva en el mundo no hace más que agravar la situación de disvalor del trabajo y los trabajadores. Veintinueve bancos internacionales poseen más activos financieros que la deuda pública de doscientos Estados. Esta terrible concentración del poder financiero global no solamente altera la relación finanzas – producción, sino que desestabiliza decisiones políticas y económicas de Estados soberanos.

El neoliberalismo, en su última fase de liberalización de los mercados financieros, destruyó en los últimos cuarenta años no sólo el Estado de Bienestar sino también, y gracias al formidable aparato comunicacional, logró quebrar el sentido de solidaridad de vivir en comunidad instalando la idea del individuo libre de todo como panacea de vida.

Esta breve descripción contiene elementos que lejos estamos de agotar en este artículo, por lo cual nos atendremos a mencionar y caracterizar sintéticamente los que considero urgentes (entre otros) hoy en la comunidad de los argentinos.

En la Argentina necesitamos producir y una mejor distribución de la riqueza que genera esta producción. Debemos priorizar la actividad económica real de producción, sobre las actividades de especulación financiera. Es importante el capital, pero sin trabajo que agregue valor a lo que se produce no hay riqueza. Aún en actividades donde la mano de obra humana va siendo reemplazada, es necesario el trabajo humano, y aunque mínimo, igualmente se deberá valorarlo como fundamental para la producción. Porque deberemos ir por el establecimiento de que lo que se produce es para bienestar de la comunidad y no para lucro de unos pocos dueños del capital. Esto no es nada nuevo para la doctrina del Justicialismo. Está sentado en el espíritu y la letra de la Constitución Nacional de 1.949.

De lo anterior podemos sugerir, aún en la dificultad que significará gobernar en terribles condiciones sociales, económicas y políticas, algunas medidas que apunten contra la desigualdad económica y a la recreación de nuestra comunidad.

Además de medidas que garanticen la seguridad alimentaria, sería bueno acompañarlas con políticas contra la desigualdad: Educación pública de calidad; Combatir la desigual concentración de la riqueza en rentas de capital y patrimonios con ventajas fiscales a pequeños inversores; Incentivos a sociedades que distribuyan cuotas a sus trabajadores; Iguales incentivos a la actividad cooperativa; Dotación universal de capital a los jóvenes a partir de los 18 años como una “herencia de ciudadanía”.

Es necesario también que repensemos nuestras formas democráticas. Democracia queremos siempre, pero si se gobierna con la Comunidad Organizada, mejor. Los sectores que han detentado y detentan históricamente el poder, han sido concentrados y lo ejercen desde lo económico siempre y desde lo político mayormente, desde la violencia explícita hasta la instauración de un sistema de gobierno que aleja a los sectores populares de las decisiones. Una democracia social, directa y orgánica debe ser realizada en medidas que habiliten instancias institucionales de participación de la comunidad en las decisiones. Pero también es necesario un trabajo constante, como una batalla, para lograr elevar la cultura política de nuestra sociedad. El gobierno, el Estado y la Comunidad deberán trabajar mancomunados en esto.

Igualmente, el pueblo argentino en estos tiempos ha dejado muestras de paciencia y de confianza democráticas. Ha visto que existe una salida electoral y se ha encaminado hacia ella, a total diferencia con lo ocurrido en el año 2.001. Pero también es innegable la distancia y hasta lo ajeno y despreciable que le resulta lo que llama “la política” y “los políticos”, siendo esto también prueba de no sentir como propio y apropiado el actual sistema de gobierno. El pueblo argentino es profundamente democrático, su sistema de gobierno no.

En octubre de este año se realizarán las elecciones presidenciales en nuestro país. De consolidarse el resultado de las PASO, un gobierno de signo diferente al actual se hará cargo del desquicio que han resultado ser para la mayoría de los argentinos los últimos tres años y ocho meses. Este nuevo gobierno tendrá un signo que deberá realizar en su gestión. Este signo es el de la herencia histórica del Movimiento Nacional. Si el bien preciado inicial de este nuevo gobierno será la unión nacional y la gobernabilidad, no deberá olvidarse del fin último: la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación, con la comunidad organizada como herramienta de poder popular: un gobierno centralizado, un Estado descentralizado y un pueblo libre.

Si bien el presente artículo puede tener un tufillo panfletario, deja abierta la posibilidad de polemizar. Soy de los que creen que todas las visiones enriquecen, pero también que siempre la doctrina nacional ha sido negada por la cultura oficial y la academia. Intentaré aportar una visión desde el marco del Movimiento Nacional a nuestra zona crítica.

Sergio Mansilla.- s.mansilla.v@gmail.com

Fuentes: “¿Populismo? Cosa de ricos”. Entrevista a Branko Milanovic. http://www.sinpermiso.info/textos/populismo-cosa-de-ricos-entrevista-con-branko-milanovic

Cómo funcionan los 28 bancos que dominan la economía global. Marcelo Justo. BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/03/160325_economia_mecanismos_hidra_financi era_mundial_mj

La comunidad organizada: un sistema de poder. Mario García. Revista Hechos e Ideas. Año 1. N° 2. Tercera Época. Enero – Febrero 1974. http://www.ruinasdigitales.com/hechos-e-ideas-3-epoca/

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