DE MENDO CINISMOS Y COALICIONES

De mendo cinismos y coaliciones

Con el ansia de llegar pronto a la pospandemia política, las fuerzas políticas mendocinas se preparan para una salida con incertidumbres, nuevos desafíos y mucha imaginación política.

 

Por Rodrigo Aguilar

La regularidad electoral que trae Mendoza trae desde hace un par de décadas devela una alternancia entre el peronismo y el radicalismo locales para protagonizar los gobiernos provinciales. Una dinámica de dos periodos consecutivos y el recambio, se transformó en un eje de la vida política mendocina, se consolidó y expandió. Pero hay un bipartidismo nuevo, ya no son las estructuras partidarias que conocimos, todo indica que viene la era de las coaliciones y de sus mecanismos de funcionamiento, articulación y sostenibilidad dependerá el devenir de una sociedad golpeada.

Hasta ahora, esta estructura conservadora sirvió de plataforma para una “siesta” económica que mantiene a las fuerzas productivas de la provincia sin crecimiento, casi reproduciéndose a sí mismas; Esta quietud, sin embargo, no resultó inocua para la sociedad. La hiperinflación del 89 y la hiperdesocupación del 2000 dejaron franjas de nuevos pobres, la parálisis de crecimiento a partir de la crisis de 2009 sumó a estos números. La red de contención que desplego CFK (AUH, jubilaciones, subsidios); no alcanzo para soportar el recambio neoliberal de Macri que descargo todo el ajuste sobre las mayorías (tarifazo, inflación, devaluación).

El resultado es una sociedad mendocina estática productivamente, socialmente pobre, fragmentada, un orden social de exclusión consolidado; de desigualdad y atraso creciente. Los procesos económicos capaces de impactar positivamente en los sectores de exclusión y pobreza son prácticamente ignorados por el poder político y económico. La economía social es un ejemplo tanto de la trascendencia, atravesamiento social y popular que tiene; como de la invisibilidad política que continúa dejándola al margen.

En este contexto socioeconómico, la coyuntura política se arma de cara a un 2021 con elecciones legislativas, con lo que será seguramente un balance por adelantado del periodo de gobierno doble Cornejo- Suarez, uno de los “periodos de dos cabezas”, y una prueba para el peronismo para ver si logró la tan mentada regeneración luego de la caída en 2015. Todo en clave de coaliciones mas amplias.

Suarez y Cornejo

La política y las cosas

Cuando ganó Suarez con el  52 % de los votos para el radicalismo-PRO probablemente los planes transcurrían entre conocer los números reales de las finanzas provinciales, una apertura rápida de la minería metalífera a gran escala y lo que ya ocurría, que era un canal de dialogo con el peronismo opositor, que en el país había logrado desplazar a Macri del poder y en la provincia se acomodaba bajo la figura de Anabel Sagasti, ganadora de la interna peronista y de buena actuación en las elecciones como candidata a gobernadora.

Los hechos sociales, las cosas, muchas veces transcurren sigilosamente por fuera de las arenas del poder. Por eso quizá nadie vio venir el tsunami. La crisis de la 7722 dejó una herida profunda porque el rechazo y la movilización popular se expandieron más allá de los límites políticos cotidianos.  Esto hizo retroceder primero al gobierno nacional y al peronismo local. La reculada de Suarez  terminaría con la revuelta triunfante, un gobierno y oposición heridos.

No se terminaba de sacudir del derrape, cuando la irrupción del coronavirus paralizó la economía y la actividad social, la magnitud del problema no es tema de este artículo, sólo basta con decir que esta externalidad desarmo todo el esquema de gobierno como en todo el mundo y paralizó como nunca la actividad económica casi a la mitad. La centralidad excepcional de los gobiernos recolocaría al Gobernador Rodolfo Suarez y a la senadora Anabel Sagasti como sendos capitanes de los barcos, tal como indicaba el esquema resultante de las elecciones 2019. El gobierno de Alberto Fernández desplegó prácticamente una delegación general paralela en Mendoza, con Sagasti como pivot y en disposición para enfrentar la crisis juntos. Por supuesto que el repunte de los índices de aceptación popular motorizó este ensayo de políticas de estado que pareció despuntar. Pero nada es para siempre si de poder se trata.

Alberto Fernandez y Anabel Sagasti

La política y las personas

Cuando se conocieron las cuentas del estado provincial, se vió que los dos pilares del gobierno radical, la obra pública y un supuesto orden administrativo;  estaban cimentados sobre un endeudamiento histórico en dólares de 2016 bajo la administración de Cornejo y cuyo ciclo condiciona y condicionara al estado mendocino por un tiempo largo.  En la pre-pandemia ya se abandonó la cláusula gatillo de actualización por inflación de los salarios estatales provinciales y se comenzó a romper el idilio que ese esquema le había rendido a Cornejo; la suspensión provincial del medio aguinaldo 2020 y el reclamo salarial (reprimido también) de los municipales de la capital de la provincia gobernados por el sobrino del gobernador Suarez, no han hecho más que hacer crujir la base de sustentación social en el empleo público que ayudó a sostener en el poder a la UCR-PRO en Mendoza.  Además, la carga del endeudamiento llevó al peronismo a no autorizar nueva deuda, ni para refinanciamiento. Herido y acorralado, la carta para enfrentar la pandemia económica que deja el COVID pasaba por una fluida relación con Alberto  Fernández (vía Sagasti), que aceitara cualquier necesidad de asistencia y soporte financiero desde la nación hacia la provincia en la emergencia y más allá.

Pero el ex gobernador Cornejo no dejó la casa de gobierno para ir a descansar al congreso nacional, sino que intenta protagonizar la oposición nacional, abrevando en el costado de Juntos por el Cambio que encuentra su razón en reaccionar con una radicalización de un antiperonismo furioso; cuya disparatada agenda va desde negadores del virus hasta defender los vaciadores del banco estatal nacional.  Operación incómoda para un Alberto Fernández que, desde el inicio de su gestión, indisimuladamente busco al radicalismo como un posible aliado.

Esta dinámica desembocó en una escalada que tuvo su pico cuando Fernández decidió ceder a los reclamos de la Pampa para detener el dique Portezuelo del Viento y Cornejo devolvió la gentileza proponiendo una disparatada autonomía mendocina, que, detrás del lanzamiento de humo, apuntaba realmente al terreno local. Creyó necesario amalgamar la unidad política y una alianza social, consolidar el favor del “mendocinismo”, una expresión conservadora que esconde mucho de antiperonismo.

Esta intención de recurrir a una idea general como la del localismo mendocino, vendría a ampliar el relato y el ejercicio político que diera sus frutos: la demonización del adversario peronista, la judicialización de la política, la estigmatización y criminalización arbitraria de la protesta, el incremento de la violencia institucional incluso con la sanción de leyes y acciones ejecutivas contrarias a las garantías ciudadanas. Antecedentes recientes: la versión local del law fare (caso tupac amaru/intendentes peronistas) y sobre todo la colonización de la justicia. Sumar a esto el caudal de los intendentes y la cruzada reformista de la constitución que se montará sobre una la campaña anti “gasto político”, proponiendo la reducción de una cámara legislativa; como si la discusión del armazón institucional democrático mendocino fuera equiparable a cualquier campaña de marketing político. Una metodología similar a la de colocar funcionarios judiciales en la Corte Suprema solo para lograr desniveles políticos funcionales al esquema de colonización de la justicia. Muy republicano todo.

De Marchi, Suarez y Cornejo

Expuesto el proyecto de continuidad del gobierno, las variables que lo arrecian en forma de preguntas son; ¿hasta dónde impactara la crisis socioeconómica en la evaluación del gobierno que se viene, en un marco donde el aumento de la pobreza y la desigualdad ya están al descubierto y se sienten? ¿hay una reacción en sectores medios contraria a los abusos de poder institucional? ¿Existirá la fuerza contraria capaz de capitalizar esta situación y predisponer a un cambio en las mayorías?

En la tienda de enFrente

Si el freno nacional a Portezuelo del Viento hizo reaccionar a Cornejo y Suarez y salir hacia adelante con un buen ataque (Mendoexit), también Anabel Sagasti debió entender el juego local  y evitar cargar el costo político de una decisión prácticamente del gobierno de la Pampa. Pero precisamente una jugada previa de la senadora fue la que también precipitó esta fuerte reacción radical y no tiene nada que ver con diques y contratos millonarios en juego.

El dispositivo que determino los sendos triunfos radicales incluye, desde el año 2017, la presencia de un “renovado tercer sector” en Mendoza. Nada nuevo. Esta vez es Protectora y su líder pintoresco José Luis Ramón. Más atrás en la historia son varios, distintas fuerzas alternativas que pueden llegar a que dos de cada diez mendocinos los acompañen y no es poco, sobre todo si se sitúan como oposición e intentan recoger una posición crítica o “antisistema” por lo menos en lo que hace a la representación clásica del poder político en Mendoza. Diríamos que en las coyunturas recientes la principal perjudicada fue la primera oposición (peronismo) y el beneficiario el oficialismo radical-PRO, ya que se dividió el voto opositor.

Jose Luis Ramón, el ministro Kulfas y Anabel Sagasti

Y así como el radicalismo absorbió a la centroderecha del PRO y ganó en 2015 y 2017, la foto de Anabel con Ramón y un ministro nacional de primer nivel discutiendo propuestas para Mendoza levantó todas las alertas ante la posibilidad cierta de que un acuerdo entre el FRENTE de TODOS y PROTECTORA pudiera constituirse en un ensayo de coalición opositora con vértice en la Casa Rosada. La senadora Sagasti no podría llevar adelante algo así de no tener el frente interno de los intendentes armonioso y ordenado, y capaz de seguir derrotando al radicalismo en los departamentos peronistas; para esto último, la ayuda que el gobierno nacional le otorga es contundente. Ampliar ese espacio hacia los otros sectores críticos del oficialismo radical incluso podría ayudar al peronismo a resolver dos problemas medulares de cualquier aspiración victoriosa.

El primero de ellos es constituir un frente que pueda aportarle llegada en los sectores medios que le han dado la espalda al peronismo sucesivamente. Sin siquiera nivelar las aplastantes diferencias que el radicalismo hace en los barrios medios de gran Mendoza, es imposible la construcción de una nueva hegemonía. Interpelar las agendas proponiendo nuevos actores, nuevas políticas. Un constructo que realmente pueda ser útil incluye la referencia y el apoyo en el gobierno nacional sin dudas, pero también la reconexión de representatividad con muchos desencantados.

El otro asunto y relacionado con el anterior es que una de las debilidades en la construcción de un proyecto alternativo del peronismo en Mendoza ha sido muchas veces la tibieza y ambigüedad para contener y representar las expresiones contrarias al oficialismo. Ubicarse en el centro de la oposición poniendo su fuerza institucional para construir una propuesta alternativa que se ocupe de los intereses de los sectores trabajadores y las agendas sociales propias de este tiempo. Un eje para centralizar y atraer las mayorías castigadas por la crisis. Recoger y ser portavoz de todas las calamidades que el nuevo neo liberalismo les propina localmente a los ciudadanos, seguramente sea una posibilidad de realizar un diagnóstico que visibilice el gran problema de estos años. Una provincia que carece de un proyecto de sociedad inclusiva y en crecimiento; y lo ha suplantado por una versión local del neo conservadurismo de elite real y aspiracional.

Discutir las causas de una realidad provincial transparente y decadente; y construir un proyecto amplio, nuevo. Recordar quizá, a la otra senadora que no hace mucho identifico a pindonga y cuchuflito como los nuevos sujetos simbólicos (graficó el empobrecimiento) del macrismo, propuso un nuevo contrato social a la manera peronista de alianzas con los sectores productivos y del trabajo; y finalmente amplio la coalición política bajo esas premisas y triunfó. La reconstrucción de la política en la nueva normalidad puede pasar cerca de ideas que abrevan en el movimiento nacional; como la redistribución de la riqueza, el estado interviniendo en el mercado para sostener y crear trabajo y mercado interno, el salto tecnológico y su democratización, más hábitat digno y más sustentabilidad de la producción y el consumo, un diseño de inclusión social.

Vuelven las preguntas reformuladas ahora ¿el impacto de la crisis lograra identificar y discernir causas mendocinas a la caída? ¿Puede el peronismo reconstruir lazos con sectores refractarios de un pasado reciente? ¿Y traducirlo en fuerza política sostenible?

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