LOS DÍAS EN QUE LA PANDEMIA SE LLEVÓ TODO.

“A los valores de la oposición, desde el movimiento nacional y popular habría que contraponer otros valores supremos: la vida y la ciencia. Si ellos apuestan al odio y al caos, desde este lado habría que apostar a la solidaridad y a la organización.”

 

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REFLEXIONES FRENTE A LA SEGUNDA OLA 

Marcos García. Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales

 

Dada la crítica coyuntura actual consideramos necesaria una gestión científica de la pandemia a nivel federal, ello, en principio, significaría establecer una serie de criterios para establecer la situación de cada jurisdicción. Estos podrían ser criterios claves y sencillos, por ejemplo, cantidad de casos por millón de habitantes y porcentaje de camas del sistema de terapia intensiva ocupadas. En función de eso se establece el nivel de cuidados (habría que tomar nota y dejar de referirse a restricciones, al menos desde el ámbito oficial) que corresponda a cada jurisdicción, sean provincias, municipios o aglomerados urbanos. Aquí podríamos volver a diseñar un sistema de fases y definir actividades permitidas en cada una de ellas, definidas bajo el consejo de un conjunto interdisciplinario de médicos, científicos, psicólogos y cientistas sociales (sociólogos, antropólogos, incluido economistas, pero de la heterodoxia al margen dejamos a los panegiristas del statu quo neoliberal). La pandemia es un hecho social total, dijo Ignacio Ramonet, como tal debe abordarse con multiplicidad de miradas.

Cuando nos referimos a decisiones tomadas de forma federal, no implica que cada jurisdicción haga lo que quiera o desee tal como si fuese una república independiente. Sino que las decisiones se toman en conjunto, bajo la dirección del ejecutivo nacional y su equipo de trabajo. No implica, necesariamente, consenso. Pueden existir posiciones mayoritarias y otras minoritarias. En la sociedad conviven cosmovisiones, intereses, ideologías, es iluso pensar que siempre existirá un acuerdo absoluto. La democracia también aplicada al federalismo, son políticas unificadas para la nación que son tomadas en razón de la decisión de una mayoría que surge del diálogo y la discusión entre las direcciones de los diferentes Estados subnacionales.

El producto es una política unificada guiada por criterios comunes (además la fragmentación de criterios en la definición de las políticas frente a la pandemia les resta efectividad a sus resultados). Aquí el presidente actúa de primus inter pares por lo que puede decidir tomar la decisión final en momentos críticos, para ello fue elegido por el voto popular. Y la minoría, nada de tocar las puertas de los juzgados (recordar que antes la derecha tocaba las puertas de los cuarteles), esto es democracia y política, en la que también el conflicto y el disenso es un partenaire. Son decisiones segmentadas de acuerdo a diferentes realidades epidemiológicas, pero criterios comunes a todo el país (no sólo para el AMBA, aclaro porque al país lo constituyen 23 provincias y su Capital Federal).

En cuanto a las resistencias para “volver atrás” de algunas jurisdicciones provinciales. Cabe recordar que el mismo Rodolfo Suárez hablo claramente de modo on/ off según la cantidad de contagios, aunque luego el off ha sido siempre muy light. Posiblemente decidió privilegiar gobernar por encuestas y no contradecir al sentido común de sus electores, relegando lo dicho a segundo plano.

En este giro, común a la oposición vernácula, incidió que la derecha percibió que nuevas restricciones requerían ampliar la esfera de acción de los Estados. Desde creación organismos de control, aumentando su eficiencia e injerencia hasta asistencia económica a través de transferencias es decir redistribuyendo ingresos de unos para darle otros. Pudiendo abarcar aspectos nimios como el control del cumplimiento de protocolos y el establecimiento de las sanciones correspondientes. Hasta algunos de otra escala y magnitud como el impuesto a las grandes fortunas, mayor control a la evasión impositiva y la fuga de capitales, avanzar en el control de las cadenas de valor y los precios o idear herramientas para contribuir a la auto organización de la sociedad.

La derecha neoliberal aboga por el laissez faire en materia de manejo de la pandemia, por eso en los municipios de JxC costaba encontrar controles a protocolos y a salidas por DNI. Si la capacidad del Estado está debilitada por las políticas neoliberales, no hicieron el mínimo esfuerzo por reestablecer sus potestades. Es el gobierno que te deja hacer lo que quiera, cuídate vos según lo que creás y pienses. En contraste, desde el movimiento nacional y popular debería abogarse por un gobierno que te guíe y te cuide en función de que posee mayor conocimiento (por ejemplo, la opinión de los mejores científicos del país), que te informa y te concientiza a partir de campañas de comunicación en grandes y pequeños medios, que deben ser tan “pesadas” como spot de campaña política.

Entonces la apuesta del arco opositor fue a la desestabilización, al caos y a la negación. Negacionismo (que lleva al caos sanitario y al “sálvese quien pueda” en el entramado social) replicado por los medios hegemónicos, pero huelga decir es caja de resonancia de una subjetividad neoliberal a la cuál le resulta difícil pensar en cotidianeidades y escenarios contradictorios con ese sentido común dominante. Como dijo Margaret Thatcher: “La economía es el método, el objetivo es cambiar el corazón y el alma” vaya que lo lograron en algunos casos.

Cabe dejar claro que, desde la derecha, pregonan al negacionismo y la libertad individual como valores supremos lo que desemboca en el caos, pero llegado el momento los muertos y la explosión de casos se los facturaran a Alberto. Y a nivel de ciudadanía, me animo a decir que también se verá a Alberto como máximo responsable (excepto que haya posiciones de desobediencia civil como la que exhibe Larreta desde el último DNU). Pero para eso hay que ir “con la pierna fuerte” como fue Alberto Fernández en el último decreto, aunque no sólo para el AMBA. En caso contrario Suárez y compañía les tomarán el tiempo, y volverán a reescribir decretos, leyes o disposiciones. Ya lo han hecho, no es necesario especular demasiado.

A los valores de la oposición, desde el movimiento nacional y popular habría que contraponer otros valores supremos: la vida y la ciencia (el conocimiento científico es riguroso y metódico, también transitorio y mejorable, pero no es opinión ni ideología). Si ellos apuestan al odio y al caos, desde este lado habría que apostar a la solidaridad y a la organización. Si ellos tienen de modelo a Bolsonaro y Lacalle Pou, nosotros a Merkel y a Jacinda Ardern. ¿Quién quiere un país desarrollado, autónomo e importante en el concierto mundial? Salta a la vista.

También hay que considerar en que, en parte de las economías de los países periféricos subdesarrollados, coexiste trabajo informal, venimos de cuatro años de macrismo, al que hay que sumar un año de pandemia, una puja distributiva no resuelta y su impacto inflacionario, alza de los precios de los commodities alimentarios mediante. Contexto que vuelve urgente repensar una política de transferencias de ingresos en caso de nuevas políticas de cuidado.

El objetivo de estas políticas es bajar la cantidad de casos.  Si se adopta un semáforo epidemiológico según criterios pre- establecidos, se empodera al pueblo. Porque las curvas y picos los construyen los comportamientos sociales. En última instancia, es enviar un mensaje: dependerá de ustedes cuanto seguimos con las políticas de cuidado, no de decisiones de la “rosca” política.

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