LO SAGRADO

“Sí, lo teníamos todo; un hermoso mundo natural y un difícil mundo social, pero mal que mal…. era una sociedad que iba a perpetuar la especie. Ahora, el colapso es nuestro pan de cada día.” Un exquisito texto de Mariela Gelman para mirarnos en la tragedia actual

Por Mariela Gelman 

“penas, penas y penas

hay dentro de mi,

y ya no se irán”

Anderle y Sánchez (Sandro)

Lo sagrado y lo profano

Cada día nos levantamos y todo está cada vez más teñido de color isabelino1. Después de comprobar lo que ha sido corroído entre anoche y esta mañana, repito un mantra: ¡Me cago en sus muertos!

Que feo mundo estamos haciendo, viviendo y dejando a nuestros hijos e hijas. Que profunda pena ver a los niños y niñas queridos (cercanos y lejanos) caminar de nuestra mano al abismo. Juntos y de la mano, porque todavía podemos, pero lo que nos depara es la caída. Todas las veces que pienso en eso me acuerdo de la última escena de la película “No miren arriba” cuando Leonardo Di Caprio, agarrando las manos de sus seres queridos dice lamentándose “lo teníamos todo”. Sí, lo teníamos todo; un hermoso mundo natural y un difícil mundo social, pero mal que mal hace 70 años, era una sociedad que iba a perpetuar la especie. Ahora, el colapso es nuestro pan de cada día.

Sagrado el capitalito

En la obra de teatro “Terrenal2”, Mauricio Kartun retrata una relación (posible o no) entre Caín, Abel y “Tatita” Dios, versión casi gauchesca de Dios. Para Caín, el mayor de los hijos de Adán y Eva y productor morronero, el capitalito es sagrado “¡Marco! Mido y marco. Lo del uno y lo del otro. Lo suyo y lo mio. Esto no es trabajar esto es honrar a Tatita: marco lo propio. Divina propiedad. Usted en cambio sacrilegia a drede” (p. 15)

Los hermanos tienen un interesante debate en relación al día de descanso, el tiempo de trabajo, la ocupación, la naturaleza y la honra a lo sagrado.

De las 3 religiones monoteístas existen diversas expresiones (por supuesto, también interpretaciones de las sagradas escrituras) de la relación entre los humanos y la naturaleza. Sin embargo, en el catolicismo, el judaísmo y el islam aparecen referencias a escenas apocalípticas. ¿Qué cosas desatan en las historias bíblicas el día del juicio final?

Criaturas de Dios

En el comienzo de la encíclica papal “Laudato, si”, el Papa Francisco hace referencia a el Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís:

(…) Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas (…)

Tanto en la carta papal como en el texto completo del santo se nos plantea una cuestión: la presencia de Dios en el mundo natural del que somos partes como criaturas. La dimensión espiritual no solo de los humanos sino también de todo el mundo natural. El concepto “hermano” del texto de Asís nos iguala a todos los seres. Una alabanza muy sencilla, incluso semejante a lo que se conoce de las religiones y rituales precolombinos a lo largo de nuestro continente.

¿Tiene aroma el tiempo?

En el libro de Byung-Chul Han llamado “El aroma del tiempo” (2015), el filósofo surcoreano (entre otras cosas) describe escenas sobre la densidad temporal en las costumbres asiáticas a través de los relojes de incienso. Estos, no sólo le dan al tiempo un aroma, sino que además le otorgan una dimensión espacial por medio de la presencia del humo, las brasas y las cenizas. En la belleza poética y gratificante de estas imágenes, mucho de lo que describe este filósofo se emparenta con las indagaciones acerca de cómo se transitó el paso del tiempo y el espacio en otros momentos de la historia y en otras cosmovisiones.

Sin ser una sabionda de religión, mucho menos de judaísmo, sí puedo decir que lo conozco de cerca. Una de las ceremonias que más disfruto es la del Kabalat Shabat, prepararse para recibir el descanso sagrado. Un concepto maravilloso que está por fuera de la decisión individual, el cese de la actividad y el comienzo del reposo, humano y natural. Ese orden del espacio/tiempo que vamos perdiendo en el mundo 24 horas disponibles que vivimos, es plácidamente ordenador3. Son rituales precisos, respetuosos y bellos. Aun cuando no seas creyente.

El Kabalat Shabat es la posibilidad del encuentro con lo sagrado. Para ello, lo humano y lo sagrado deben hacerse espacio mutuo para poder encontrarse, si uno de los aspectos invade todo no es posible el encuentro. Entonces, la autolimitación es una clave central de esta filosofía religiosa, casi a las antípodas de la libertad individual a diestra y siniestra.

En sintonía con la encíclica papal, una de las premisas del Shabat es no intervenir en aquello que hizo Dios, como señala Mahecha Clavijo en “El Shabat: una estrategia ecológica de Dios”:

En el relato de la génesis “en los seis primeros, Dios crea todo lo que existe, incluido el hombre, quien fue hecho “a su imagen y semejanza, para crecer y multiplicarse, para trabajar y dominar la Tierra, actuando como lugartenientes del mismo Dios activo”7, y en el séptimo día descansó (Gn 1,1-2,4). De ahí que cuando se pregunta desprevenidamente qué fue lo último que Dios creó, la respuesta más común sea: el hombre (…) a una postura antropocéntrica, según la cual el hombre aparece como señor y dueño de la creación (Gn 1,26b-29), y olvida que la última acción que Dios realiza es precisamente la gran novedad de la creación: el descanso. Por eso, el primer relato de creación (Gn 2,3) termina afirmado: “…bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él cesó Dios toda tarea creadora que había realizado.” (…) Dios descansó, no porque estaba cansado o fatigado. (…) Dios descansó en otro sentido. Él descansó cuando cesó de crear; cuando él ya no interfería con su mundo.

Es decir, hay un tiempo de imponer sobre la naturaleza nuestra voluntad modificándola activamente (los seis días de la creación) y un día sagrado, el Shabat, en el que imitamos a Dios al renunciar a nuestro dominio sobre el mundo y lo humano, natural y sagrado se unen en un reposo armónico. Esto supone, en parte, un mandamiento ecológico: dejar a la naturaleza en paz de nuestra intervención.

Ojalá4

Este modismo que usamos en el lenguaje coloquial tiene origen en el árabe andalusí law šá lláh, o وشاء الله (wa-šā’ allāh).  Además de tener una fonética bella, expresa un deseo por algo irreal que todavía no sucede. Aunque lo solemos utilizar a modo de “Dios quiera”, la etimología y el modismo de su uso en árabe andalusí señala que refiere a un futuro incierto “Si Dios quisiera”. Ojalá logremos convivir entre nosotros para no exterminarnos.

En el artículo “La relación de todo con todo5” Ibrahim de Özdemir retoma las reflexiones en el Corán de la relación hombre-naturaleza:

La visión instrumental de la naturaleza que caracteriza al pensamiento moderno se opone a una visión presente en el Corán que considera a la naturaleza como el «primer milagro de Dios, debido a su estructura compacta y a su regularidad». La insistencia sobre el orden, la belleza y la armonía de la naturaleza implica que no existe ninguna demarcación entre lo que revela el Corán y lo que manifiesta la naturaleza. El Corán invitó a los árabes paganos a valorar la naturaleza y el universo con, al menos, dos objetivos: primero, para hacerse una idea de la existencia de Dios y Su presencia en todo lo creado; y, segundo, para tener un sentimiento moral de obligación hacia lo trascendente. Parvez Manzoor lo señala de este modo: La naturaleza y la ética se encuentran, de hecho, en el centro de la esencia del Corán. Infundir al mundo natural con una ética trascendente (revelada) es el principal objetivo del hombre según el Corán.

Soy judía, no soy antisemita, no quiero que maten al pueblo de Israel ni a nuestros familiares que están allá, pero no quiero que se haga un apartheid con los palestinos. ¿Puede una muerte valer más que otra? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Podemos vivir en el mismo mundo sin hacernos daño? Quien lee entre mis líneas que estoy a favor de Hamas porque digo que no estoy de acuerdo con la masacre sobre palestina, ¿qué ve cuando me ve?

El idioma de la totalidad tanática

Es falaz que vivimos bajo la ley de la selva. Toda organización natural (animal y vegetal) respeta cadenas tróficas que permiten el equilibrio de la supervivencia. Los únicos que nos planteamos el canibalismo como sistema virtuoso somos nosotros, en realidad, una parte de nosotros.

Las heridas subjetivas y sociales que ocasiona este sistema están dando muestra de todo su esplendor. Un presidente carenciado y maltratado que quiere repetir sobre cientos de miles de nosotros sus propios traumas. ¿Cuánto de la historia personal de estos personajes se termina de elaborar y cristalizar en la vida pública? ¿Cómo es posible que se recorra toda una vida institucional (hasta llegar a la presidencia) sin que funcione ningún resorte del tejido social para detener y/o contener este tipo de desequilibrios?

¿Cuánto se puede decir o analizar de lo que pasa hoy en nuestro mundo? Estamos jodidos, quietos, inmóviles, de miedo quizás, de saturación, de cansancio también. No tenemos tiempo ni de asombrarnos, vamos perdiendo la capacidad de impactarnos. Intentan asesinar a una vicepresidenta y nosotros nada, un señor con dificultades sociales sale en la tele gritando que el Estado es un pedófilo en un jardín de infantes y los periodistas nada, un Estado extermina a un pueblo porque un grupo terrorista se esconde bajo su tierra y nosotros nada.

El mundo no ha sido siempre éste, el mundo en el que vivimos hoy también lo hacemos nosotros con nuestras no-ganas de involucrarnos, de quejarnos de todo, pero no hacer nada. No propongo hacer la revolución, pero al menos estar en un lugar más gitano de la vida puede ser una opción. Regar, tomar mate, jugar, bailar, escuchar música, hablar…reírse, y hacernos cargo de la responsabilidad que tenemos de vivir en el mundo que vivimos. No todo es lo mismo, no da todo igual. Si no vemos la diferencia, quizás, ya elegimos un lugar sin darnos cuenta.

Amarás más a los inmuebles que a los hombres.

Y llevarás adentro el peor de los castigos que alguien puede llevar.

Pero el peor de todos: no querrás que te vaya mejor.

Querrás que a los otros les vaya peor6.

Fin.

Notas

 1 Se llegó al concepto de “color isabelino”. La Reina Isabel prometió no cambiar de ropajes hasta tomar Granada, tornándolos amarillentos.

2 Terrenal: pequeño misterio ácrata. 2014

3 Debo decir, que poco (o nada) tienen que ver las extralimitaciones que habitan el discurso presidencial con la ceremoniosa vida religiosa.

4 Decía C. Polimeni en su programa de radio que “ojalá” era la palabra más bonita del idioma castellano.

5 https://audir.org/wp-content/uploads/2021/05/ecologia-islam.pdf 

6 Terrenal, p. 47.

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