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EL DESBORDAMIENTO

Por Lic. Mariela Gelman

Yo siento que mi fe se tambalea,
que la gente mala, vive
¡Dios! mejor que yo…

Si la vida es el infierno
y el honrao vive entre lágrimas,
¿cuál es el bien…
del que lucha en nombre tuyo,
limpio, puro?… ¿para qué?…

(E. S. Discépolo, Tormenta, 1939

¿Dónde pongo lo hallado?

Las rupturas amorosas y los nuevos amores me ponen en sintonía de pensamiento con la letra de Silvio ¿Dónde se pone lo hallado? Me refiero a toda clase de hallazgo que proviene de los diferentes tipos de amor. Pero claro, lo que más me pregunto es ¿dónde ponemos lo hallado en el amor del movimiento peronista? ¿Qué hacemos con lo que supimos encontrar y construir ahí? ¿A dónde se fue? Me pregunto si únicamente se trata de que no tenemos un líder donde depositar nuestra fe… pero no me convence lo suficiente ese argumento, porque eso significaría admitir que no nos toca ninguna responsabilidad en lo que no está pasando. Y, aunque no seamos protagonistas directos de esta desgracia, ¿cómo podríamos ser parte responsable cuándo el peronismo hace el paraíso en la tierra con sus huríes y sus fuentes de leche y miel, sin ser parte responsable cuando la cosa sale mal? Ese razonamiento me resulta estafador.

Se acerca el aniversario del 24 de marzo, que es una de las marchas más amorosas que hemos creado y sostenido en el tiempo. La dio a luz el amor profundo de esas madres y abuelas tan superadoras, mientras más las vemos en la perspectiva de la historia más súper-heroínas parecen. En la señal radial de las madres, cuando piden aportes de sus oyentes para sostener el espacio al aire dicen “las madres no esperamos nada de este gobierno, pero esperamos todo de nuestro pueblo”, cada vez que lo escucho pienso que es una síntesis preciosa, sencilla, a la que no respondemos con responsabilidad. Todo es un enorme estropicio.

Pasó el fantasma del 19 y 20 de diciembre con los muertos revolviéndose en la tumba, pasó Navidad y nos visitaron los Reyes, sin embargo, nada pasó. Pasó el inicio de clases, las zapatillas y la lista de materiales y nada pasó. No habrá estrella de Belén que haga milagro alguno, ni tendremos a nuestro negro Baltazar si no nos ponemos a ordenar el pesebre. No termino de darme cuenta si es que nada pasa porque nos aferramos desesperadamente al aspecto de normalidad que nos rodea a pesar de los síntomas interminables de podredumbre, o es que no pasa nada porque nos habita una especie de pensamiento mágico del estilo “esto ya va a explotar”.

Dice Arlt a través de un personaje de los Siete Locos (1929) “-Sí, llegará un momento en que la humanidad escéptica, enloquecida por los placeres, blasfema de impotencia, se pondrá tan furiosa que será necesario matarla como a un perro rabioso…Será la poda del árbol humano…una vendimia que sólo ellos, los millonarios, con la ciencia a su servicio, podrán realizar. Los dioses, asqueados de la realidad, perdida toda ilusión en la ciencia como factor de felicidad, rodeados de esclavos tigres, provocarán cataclismos espantosos, distribuirán pestes fulminantes… Durante algunos decenios el trabajo de los superhombres y de sus servidores se concretará a destruir al hombre de mil formas, hasta agotar el mundo casi… y un sólo resto, un pequeño resto será aislado en algún islote, sobre el que se asentarán las bases de la nueva sociedad”. Es sorprendente como artistas y pensadores ya escribieron, cantaron, pintaron o filmaron buena parte de lo que estamos viviendo, algunos lo hicieron hace 100 años atrás. Nosotros acá, casi un siglo después de que Arlt escribió el párrafo anterior, vemos como Elon Musk hace realidad esa pesadilla y no atinamos a nada, a veces ni siquiera rompemos en llanto. Se parece un poco al efecto de un agujero negro, que todo se lo traga y nada escupe ¿A dónde vamos a vivir cuando caigamos, nosotros también, en sus fauces? ¿Cuándo no quede quién relate la historia de cómo se vivía antes? ¿Cuándo ya no haya estandarte de la memoria vivida?

Como en una familia, y como hizo siempre la humanidad desde que es tal, es necesario para ordenar el de dónde venimos-a dónde vamos, que alguien relate la historia, saque fotos, ponga fechas, cuente quien es esa bebé, ese tío, esa abuela. ¿Quién va a conservar la memoria viva del lejano país que fuimos hace una década?

Tendríamos que tener la fuerza de crear un gólem[1], una masa enorme e informe que viva a través de la chispa de memoria del país que alguna vez fuimos. Pero ¿de dónde debería provenir esa chispa? ¿cómo es posible reavivarla como quién enciende la leña del hogar? Nuestro pesebre está dinamitado, resulta que vendieron los animales que nos daban de comer, María y José se fueron a vivir a un barrio privado, y como cerca de los barrios privados no hay escuelas públicas, mucho menos centros deportivos municipales, ahora esa criatura que nos debía guiar en medio de la perdición está entretenida jugando video juegos, dice que los 3 viejos que le traían incienso, mirra y oro no entienden nada, y que va a subir un videíto a las redes para convocar una reunión. Se necesita baraka para ordenar este desparramo. Baraka significa “suerte providencial”, es suerte divina, una expresión del árabe marroquí que expresa muy bien el estilo de bendición que necesitamos en esta tierra para dejar de caernos al agujero negro. Pero, ¿qué dejamos pasar para que esto crezca de este modo? ¿dónde nos cagoneamos? ¿con quién? ¿por qué? La corporización de esta Argentina que nos tiene con la boca abierta, el estómago revuelto y la cabeza atormentada es la materialización de una sociedad que muchos sentimos como ajena, como extraña. Aunque, en parte, es una sociedad que se gestó al calor de nuestros mejores años, que la dio a luz el macrismo y que dio sus primeros pininos con el gobierno de Alberto. 

El porvenir

Frente a este panorama ¿Qué se puede hacer? ¿Qué queremos hacer? ¿Podemos recordar el amor hallado en el país de la justicia social para juntar nuestras voluntades y echar a andar un gólem? En nuestro libro de las maravillas hay milongas y músicas, hay ventiladores en las escuelas y los docentes cobran sueldos decentes, las personas comen, duermen y se bañan como personas dignas y los representantes de los trabajadores (empleados, desempleados, autónomos y jubilados) los defienden. En una publicación de M. Figueras de diciembre 2024 reflexiona lo siguiente: “Los tiempos que se avecinan llamarán a responder, con nuestra conducta y nuestros cuerpos, a la pregunta de la que depende la definición de la especie: ¿qué es lo que nos hace humanos, a fin de cuentas, la violencia o la sensibilidad?”[2].

Puede sonar romántico el planteo, en medio de una ola de violencia inédita desde la vuelta de la democracia. Pero mi reflexión es la siguiente: si el masaje cerebral que proveen los medios de comunicación y el algoritmo producen una realidad a la carta, donde cada cual ve lo que quiere y no hay contradicción con la materialidad de la vida cotidiana porque ya no hay un sentido de la verdad que limite o que dispute un modo hegemónico de comprender la realidad, ¿cuál es la posibilidad de disputarle a esta realidad? Esto no se va a solucionar porque Milei se equivoque. Asimismo, aunque todos debemos tener algo para hacer en este contexto, corresponde a mayor jerarquía mayor responsabilidad, entonces ¿cuál es la racionalidad que subyace al comportamiento de nuestra dirigencia? ¿En los congresos, municipios y legislaturas están pasando grandes cosas? ¿Nuestros representantes están sabiendo qué hacer, cómo convocar, cómo no ser lo mismo ni hacer lo mismo que antes que nos dejó dónde estamos? ¿Quieren razonar con nosotros? No desde una racionalidad instrumental especulativa (la rosca), si no el esfuerzo humano de razonar con otros y otras hasta que salga algo.

Mi reflexión no va de la mano de decir esto que pasa es culpa del peronismo, eso sería, por lo menos, una falacia. Mi reflexión apunta a pensar ¿dónde está lo hallado por nosotros?

Hay una figura del I Ching[3] que se denomina El Desbordamiento, en una parte describe: “El desbordamiento nos dice que se ha traspasado un límite, o que se está a punto de hacerlo. Es propicio emprender algo. Cuando en la ciudad ocupa un puesto gobernante aunque fuese un solo hombre vil, éste podrá oprimir a los nobles”. Emprender algo, buscarse un propósito, una razón para morir que nos dé sentido de vivir cada día. Llenar las calles para este 24 de marzo sería un gran propósito.  

La felicidad está en quiebra

porque el hombre carece de dioses y de fe

(Arlt, Los siete locos).

 

 

[1] Un gólem es una personificación del folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada (barro, arcilla o un material similar).

[2] https://www.elcohetealaluna.com/re-involucion-o-revolucion/

[3] I Ching – El Libro de las Mutaciones. Ed. Sudamericana 7ma. edición Buenos Aires 1985

 

Ph: El grito -Munch

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