El cambio de perspectiva a raíz de la investigación de los fusilados en José León Suárez también se vio en el compromiso político de Walsh: de “antiperonista” confeso, el periodista no pudo entender ni soportar la injusticia. “Que hubieran matado a trabajadores pobres, peronistas, a gente que no tenía nada que ver. Nunca lo pude entender”, explicaba.
Walsh ya nunca frenaría. Partió hacia Cuba, para fundar Prensa Latina, no sin antes publicar el Caso Satanowsky. En tierras caribeñas, tal como explica Felipe Pigna, el periodista decidió no ser nunca más “un simple observador del mundo”: quería formar parte activamente de él. Y por solo citar un ejemplo, como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina, usó sus conocimientos de criptógrafo aficionado para descubrir, a través de unos cables comerciales, la invasión a Bahía de Cochinos, en tierra cubana, instrumentada por la CIA.
En 1973, por caso, comenzó a militar en la organización Montoneros con el grado de Oficial 2° y el alias de Esteban. Creó un sector del Departamento de informaciones de Montoneros. Junto a su amigo, el poeta Francisco Paco Urondo, participaó como fundador y redactor de Noticias. Pero no termina allí: bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, también creó la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA).
“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”, era el cable inicial de todas las noticias de ese redacción que luchaba contra la más oscura de las dictaduras.
El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura, envió su famosa Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar a las redacciones de los diarios. Nadie la publicó. Tan sólo un día después, el 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16.00, Walsh fue secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA -comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco- en la esquina de San Juan y Entre Ríos. Hasta ese día, su cuerpo está desaparecido: los militares asesinaron al hombre que decidió, para siempre, ser “fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles”.