Por Javier Ozollo
Si hay algo que gusta a un cinéfilo es una película sobre el “cómo se hizo” otra película.
Mank de David Fincher (con guion de su padre) estrenada recientemente por Netflix, se sumerge en el backstage de un film memorable: Citizen Kane. Seguramente no es la mejor película del notable Fincher (El club de la pelea, El curioso caso de Benjamin Button, La red social o El juego), pero es ideal para los que gustan de los films con buen relato, excelente fotografía y actuaciones sobresalientes.
La película sigue el conflictivo proceso de la confección del guion de Citizen Kane por parte de uno de los guionistas que llevó el crédito de su escritura y por el cual recibió, compartido con el propio Orson Welles, el único Oscar de la película en 1941: Herman Mankiewicz.
Escritor de varios guiones del cine estadounidense de los ‘30, Mankiewicz, a quien apodaban Mank, fue un personaje muy propio de esa convulsionada década post crisis de Wall Street. Hermano mayor del gran director Joe Mankiewicz (entre otras la multinominada: Eva al desnudo), de personalidad tortuosa, alcohólico y profundamente talentoso, Mank es contratado por Wells para que escriba el guion de su próxima película. Este es el punto real del inicio de la ficción estrenada en Netflix.
Filmada en blanco y negro y al estilo de la propia película de la cual cuenta su entretelón, Mank se sumerge rápidamente en la personalidad del personaje y en la política.