Hace poco leíamos por ahí que unos gerentes de un banco alemán proponían que salimos del posmodernismo que fue capaz de contener los sentidos que le damos los humanos a las cosas, con explicaciones relativas, gambeteando la pretensión de verdad; para pasar a una etapa denominada el caos, donde ahí será más fácil in-explicar y confundir el brote permanente de una humanidad intensamente atravesada por el poder y la resistencia, y las escaramuzas cotidianas a lo largo del planeta. Así que según los alemanes, apareció el caos y entonces todos sus clientes a dormir tranquilos, ya sabemos cómo se llama el escenario a crear.
En este video, Marcelo Padilla, creo, piensa lo contrario, o mejor dicho dice que el caos ya estaba hace mucho tiempo. Que la barbarie civilizatoria que amasa el capitalismo hace mucho que, por lo bajo quizás (y a veces por lo alto), separó y rotuló a la barbarie popular, creando sentidos que como hierros invisibles sostienen la estructura de la dominación. Ahí permanece lo feo, lo oscuro, lo no reconocido y menos aceptado, el hedor, lo inmundo, lo otro.
Al pueblo, que existe y baila en esa barbarie, le chupa todo un huevo o una teta. Entonces, la muerte, la entrega, el amor, las montoneras, el desierto y el agua; se arremolinan en el mito de la Difunta Correa y las llevan a la montaña en el desierto; con todo, con el mercado y los mercaderes, con el cura y la capilla hasta de queruza traspapelados entre lo pagano. Y nacen y renacen los sentidos, danzando el combate de las ideas, los amores y los dolores resistentes.
Rodrigo Aguilar